lunes, 25 de mayo de 2009

Eco Race 2009

Sábado: Nos habíamos comprometido hace ya un tiempo en ayudar, como en años atrás, en la organización del raid EcoRace. Es una prueba que como competidores, tal como mencioné en un cuento reciente, nos trajo mucha satisfacción. Ahora, del otro lado de la cerca, nos tocaría cubrir un punto de control.

(Mayde, deseando haberse puesto las licras largas, y Pedro, pensando en lo que iban a "disfrutar" los corredores al día siguiente.)
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Un día antes de la carrera salimos con el organizador, Pedro Rodeiro, a marcar las distintas secciones de la ruta de caminata, mientras otros marcaban la de ciclismo. Era una buena oportunidad también para revisar el rutómetro y corroborar los rumbos y las referencias. Así que, aparte de alguito de entrenamiento en montaña, pudimos practicar orientación también.



(Rodeiro coloca algunas marcas en sitios estratégicos. Los rutómetros estuvieron impecables.)

Domingo: El día de la carrera comenzó temprano para nosotros. Nuestra amiga Verónica nos buscó al amanecer y nos fuimos hacia el campamento base. Ahí buscamos todos los implementos y subimos hacia lo que sería el punto de control número 2 en lo más alto de la montaña.





No había previsto que la sombrilla de uno de los patrocinantes pesara tanto, pero lo tomé como una oportunidad para entrenar con peso. Definitivamente, hizo que la caminata hacia la cima fuera un poco más intensa.


(Vero, quien también nos acompañará a Chamonix este año.)

Una vez en el sitio comenzamos a instalar el Punto de Control, que no era más que la bendita sombrilla para la cual no habíamos traido base. Pensábamos que conseguiríamos piedras grandes arriba, pero por supuesto, no las había.
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Afortunadamente, conseguimos un bloque solitario. Lo colocamos en el piso y lo atravesamos con la punta inferior de la sombrilla. Lo rellenamos con todas las piedritas que logramos conseguir y funcionó a la perfección. No me imaginaba tener que resignarme a no usar la sombrilla luego de subir ese perol al lomo y tener que bajarlo después de cerrar el PC.

(Mayde y Vero esperando a los competidores y planificando el viaje a Europa en agosto.)
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Estuvimos arriba un buen rato hasta que, finalmente, vimos unos punticos en una de las filas de la montaña por donde habíamos ascendido. Los competidores iban a hacer primero una prueba de orientación deportiva (PC 1) y luego arrancarían montaña arriba hasta el PC 2 donde los esperábamos.

Para nuestra sorpresa, llegó de primero un equipo mixto. Aunque no conservarían el primer lugar en la general hasta el final, sí vencerían en su respectiva categoría.

Pasaron los primeros 10 a 15 equipos y nos informan algunos corredores que los guardias de seguridad no los dejaban pasar por uno de los puntos obligatorios, que era propiedad privada. La organización había tramitado los permisos correspondientes, pero aparentemente a estos señores no se lo comunicaron y un día domingo no trabajan las oficinas administrativas.

Me fui corriendo hasta allá, a unos 800 metros de nuestro PC, y traté de conversar con ellos. Les dije una mentirita blanca de que ya había pasado la mayoría de los equipos y que faltaba poco. Los entretuve explicándoles sobre el evento, contándole algunas de las historias de los equipos que iban pasando y hablando pistoladas un buen rato. Justo cuando se les acababa la paciencia pasa el equipo de mi amigo Rómulo, quien corría con su hermanito homónimo en la primera carrera de éste último. El junior llevaba puesta la camiseta favorita de Víctor Figueras, quien fuera uno de los mejores corredores de carreras de aventura del país y lamentablemente falleció por culpa de un conductor imprudente. La camiseta se la regaló la mamá de Víctor y Romulín le prometió que la usaría en su primera carrera. Así fue.

Pues al ver a este par, no se me ocurrió otra cosa que decirle a los vigilantes que "ya están pasando hasta los niños, así que faltan pocos equipos". Era otra mentirita blanca porque aunque Rómulito era el menor de todos los competidores, su equipo se encontraba lejos de estar entre los últimos.

Luego de todas las tácticas dilatorias, me entero que se retiró uno de los competidores por lesión. En ese momento quienes habían tratado de detener la carrera un rato atrás ofrecieron ayudarnos a bajarlo de la montaña en jeep hasta la entrada de la propiedad privada que resguardaban y donde lo buscaríamos en carro más tarde. Habían dejado de ser los malos de la película.

De ahí, desmontamos el PC, entregamos al herido. Por suerte, los guardias aceptaron llevarse también la sombrilla. Bajamos por la montaña, removimos las marcas de la ruta y entregamos todo en el campamento base, donde buscamos el carro.

Luego de manejar un rato, ya teníamos al lesionado con nosotros. Nos íbamos hacia el campamento base nuevamente, pero este muchacho casi milagrosamente mejoró. Mayde y yo no sabemos cómo se recuperó tan rápido, pero sí lo notamos interesadísimo por todo lo que Verónica decía. Hasta decidió quedarse con nosotros mientras íbamos a otros puntos de control a ver el resto de la carrera. Vero debe de tener facultades sanatorias.

Llegamos al PC 5 donde los corredores tendrían, luego de otra larga y dura caminata, hacer una prueba especial. Les tocaba caminar una corta distancia por dos líneas fijas (Gibbon), pero debían hacerlo en equipo.

Vimos a varios equipos pasar. A mí durante toda la competencia me picaban los pies. Extrañaba mis días de corredor de raids, al extremo en que cuando llegó un competidor solitario cuyo compañero se había retirado, me ofrecí para hacer la prueba especial con él.

(Prueba especial Gibbon. El que no tiene ni morral ni casco es un coleado.)

En este PC, se notaba muchísimo el desgaste de los equipos. Había muchos equipos con excelente actitud y otros...vamos a decir que...un poco deshidratados. Se retiró un equipo en este PC y aprovechó para dormir una siesta bajo el achicharrante sol.

También por este punto pasaban los competidores en bicicleta. Era aquí que se dividían las rutas para los equipos expertos y los novatos.

Era interesante como la regla de no más de 50 metros de separación entre los integrantes de un equipo se interpretaba de una forma muy peculiar por parte de algunos competidores durante la etapa de la bici de montaña.

Finalmente, al cerrar este PC, nos fuimos hacia la prueba de cuerdas. Luego de subir en jumar por una loma de unos 30 metros, se bajaba en rappel por el otro lado. De ahí, se iban los equipos hacia la meta a unos 150 metros.

Lo más bonito de poder ayudar en estas pruebas es poder apreciar las distintas historias humanas. Ya les conté un poco de los Rómulos, quienes finalmente terminaron la prueba. Conozco a Romulito desde que su edad se contaba con una sola mano, y fue un orgullo y una gran emoción verlo terminarla. Por casualidad, la hermana de ambos, Carola, también corrió. En la parte de la bici, PC 4, sufrió una caída y una cortada en la rodilla que requirió puntos después; a pesar de estar en esas condiciones, llegó a la meta para luego salir volando a la clínica. Vi a otros equipos terminar su primera carrera. Vi compañerismo, química y ética y, en contados casos, vi todo lo contrario.

También está el cuento de Juan y su compañero de trabajo. Este último, luego de ser un buen deportista años atrás, abandonó el ejercició y aumentó casi 30 kgs. Para incentivarlo, Juan, quien facilmente pudiera estar entre los primeros lugares de la clasificación, le dijo que correría esta prueba con él, pero sólo con la decisión de terminarla. Pues llegaron a la meta también. Con esta imagen del amigo de Juan, que todos los que hacemos deportes de aventura o hemos superado alguna adversidad entendemos perfectamente, cierro esta entrada.

Félix

jueves, 14 de mayo de 2009

Borrón y cuenta nueva

Tampoco es para tanto, ¿no?
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Aunque el título de esta entrada suene algo exagerado, así voy a reenfocar el entrenamiento para la CCC.
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Resulta que de las seis semanas que llevo entrenando para esta carrera, sólo dos las he podido cumplir a cabalidad, las primeras dos.
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Mayde, con sus problemas en ambos tobillos, y yo, con mi reciente infección pulmonar, hemos estado un poco complicados. Menos mal que decidí elaborar un plan bien amplio que dejara un margen de error para situaciones como éstas.
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(Entrenamiento de resucitación: Sabas Nieves-La Silla-H. Humboldt)

Así que a partir de esta semana próxima, a menos de 4 meses para la prueba, arranco nuevamente el entrenamiento con muchas ganas, pero ya agotados los comodines. Hay buen ambiente en la montaña y mucha gente ya está preparando la SkyRace de inicios de agosto. Nosotros tenemos pensado hacer esa prueba también, pero sólo como entrenamiento y sin perder el norte que es la CCC. En lo personal, esperaré todavía un tiempo para hacer toda la ruta completa. Prefiero ir aumentando el volumen progresivamente, pero estoy seguro de que la repetiré unas dos o tres veces antes de esa prueba.



Por si faltaba alguito de motivación, encontré en la web este video. Da ganas de salir a correr por el monte de inmediato cada vez que lo veo o, por lo menos, me suben las pulsaciones y muestro una respuesta pavloviana.


UltraRunning from Matt Hart on Vimeo.

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Está muy bueno, aunque paso con la música. Preferiría bajarle el volumen y poner la versión orginal (no plagiada) de Joe Satriani http://www.youtube.com/watch?v=CMcjXo8ZuqE


¡Nos vemos en el cerro!

Félix

lunes, 11 de mayo de 2009

Os últimos serão os primeiros

Con más de una semana sin entrenar, por culpa de una gripe (ni porcina ni aviaria, pero sí fastidiosa como ella sola) y su respectivo tratamiento, no me queda otra que echar un cuento viejo, aquel en que los últimos fueron los primeros.

En particular, me choca esa frase. Me trae recuerdos de cuando era guía de turismo en Margarita y hubo unos meses de auge de visitantes brasileros. Las empresas de turismo de la isla, a falta de suficientes guías de habla portuguesa, nos mandaban a los mismos de siempre a ver cómo resolvíamos. Finalmente, solventábamos como podíamos "falando mais devagar". Debo admitir que, a pesar de las fallas de comunicación, no era un público difícil de complacer y al final del día todos salíamos contentos, tanto los guías como los pasajeros. Los únicos inconvenientes eran a la hora de partir de un punto a otro. La impuntualidad nos caracteriza a los de este lado del mundo, pero pareciera encontrarse más resaltada en nuestros vecinos cariocas. Estoy segurísimo de que en todos los paseos hubo retrasos y en ninguno faltó quien, con su cara bien lavada, enunciara la frasesita: "os últimos serão os primeiros".

Nunca pensé que ese enunciado, cargado de desfachatez, sería el más adecuado para una situación que me tocó vivir.
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Era el EcoRace de 2006, la segunda edición de esta carrera de aventura por parejas. Habíamos decido correr dos equipos juntos, Mayde y yo con Juan y Carlos Daniel, por aquello de querer mantener por nuestra cuenta el formato de cuatro integrantes en un equipo mixto. Ya habíamos corrido un raid el año anterior así, incluso con Juan, y este año nos trajimos al gran ciclista de montaña Carlos Daniel a que nos acompañara y participara en su primera carrera de aventuras.

(Mayde y yo con Juan y Carlos Daniel)



Era una fecha medio complicada y no había muchos equipos. Estában los mismos duros de siempre...y nosotros. La meta no era otra que terminar, como siempre.

A pocos minutos de la salida, que sería a pie, se me suscita una "situación". Miré el reloj y calculé que tendría tiempo para solventarla. Salí corriendo hacia al carro, metí la mano debajo del asiento del copiloto y ahí solidariamente estaba lo que buscaba. Inmediatamente, lo agarré, solté el morral, crucé frente al sitio de partida y seguí de largo, adentrándome en el monte.

Minutos después, con un semblante distinto, retorné victorioso, sólo para encontrarme con que ya habían repartido los mapas y rutómetros y que faltaban 2 minutos para la salida. Le di las llaves del carro al papá de Rómulo e inmediatamente, agarré el mapa y me puse a analizar la ruta y trazar la estrategia con mi equipo. Para iniciar habría que hacer un recorrido de caminata y luego una prueba de orientación deportiva. Sin mucho preámbulo se da la partida y comenzámos a correr.



Me sentía suelto, corriendo a gusto, guiando a mi equipo. Me tomaba mi papel de capitán y navegador muy en serio. Nos posicionamos en un buen lugar en el pelotón. Pasamos unos 15 minutos así, a excelente paso, hasta que uno de otro equipo me hace la siguiente pregunta: "¡Félix! ¿Y tu morral?"

Todo me dio vueltas; había metido la pata y feo. Todavía quedaba mucha carrera por delante, pero tendríamos que subir hasta el carro a buscarlo (contenía material obligatorio). No podía ir solo porque nos descalificaban si nos separabamos, así que le dije a Mayde que se viniera conmigo y a los muchachos que nos esperaran más adelante.

Nos regresábamos mientras los demás equipos avanzaban. No estábamos tan atrás hasta ese momento, pensé, pero ahora estaríamos más de 30 minutos detrás de los últimos. Ni modo.

Finalmente, llegamos al carro, le conté al señor Rómulo, siempre presente y dando apoyo en las carreras. En vez de reirse como todos los demás, nos dio aliento y animó muchísimo: "Sigan que ahora es que falta carrera".


Luego de una eternidad, y pasar por los mismos sitios por tercera vez, nos reunímos con Juan y Carlos Daniel. Lejos de reprocharme el error, avanzamos un poco con buenos ánimos y llegamos a la prueba de orientación, todavía en el último lugar. Por unos momentos titubié y Juan me ayudó con el mapa. Resulta que él era buenísimo en orientación deportiva. Entre ambos, comenzamos a conseguir los puntos uno por uno, con bastante precisión. Inclusive, pasamos a varios equipos y nos conseguimos a equipos mucho más duros que nosotros ni tan lejos, algunos perdidos, otros yendo en sentido contrario.

Finalizada la prueba, nos encaminamos en el largo trayecto hacia el campamento base, contentos por el rendimiento en esta parte. ¡Ya no estábamos en último lugar!

Nos tocaba un duro y largo segmento de bicicleta. Habíamos colocado un sistema de remolque no muy sofisticado (una antena y cuerda elástica) en la bici de Carlos Daniel para avanzar de forma más pareja. Mayde y éste se fueron adelante y Juan y yo seguíamos de cerca.


(Carlos Daniel: "la grúa humana")

Luego de un buen recorrido entre montaña y asfalto, llegamos a una pequeña represa. En sus oscuras aguas haríamos una prueba especial. Aparentemente había un mapa pequeño en esta parte, así que los dos que navegabamos nos dividimos. Mayde no quería entrar a esta nada llamativa agua, así que le tocó llevarse tanto mi bici como la de ella cuesta arriba con Juan, mientras que Carlos D. y yo íbamos de una lado al otro en las gomas inflables.



Superada la prueba, nos encontramos con Mayde y Juan, a quienes les tocó un duro trayecto y con carga doble. Era nuevamente hora de montarse en las bicis.


Pasamos lugares preciosos e inclusive atravesamos la "Finca Dos Aguas". Regresamos nuevamente al campamento base, dejamos las bicis y salimos a caminar por el cerro.

Nos costó un poco conseguir el rumbo correcto hasta el sitio de la prueba especial. Dudamos e inclusive pensamos en regresarnos, pero resulta que estábamos en el camino correcto todo el tiempo. No había que impacientarse, sólo seguir caminando.


Finalmente llegamos a un lugar donde había un par de pequeñas caídas de agua. Los cuatro nos colocamos los harneses y descendimos unos cortos metros. Caminamos dentro del agua y nos tocó subir un poco con los jumares. Un corto pero súper variado y divertido circuito de cuerdas.
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Seguimos caminando. Los ánimos estaban muy altos. Disfrutábamos de la carrera, la compañía que nos hacíamos, nuestra química como equipo. Eran como 12 equipos en total y nosotros estábamos de sextos/séptimos en la general y terceros como equipo mixto.
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Nos tocó pasar por unos acantilados espectaculares y caminar dentro de un canal, además de pasar por una pequeña cueva.
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Avanzábamos a paso constante aunque el camino ya no era tan obvio. En un par de oportunidades tomamos por senderos alternativos, para sólo darnos cuenta luego que tendríamos que regresar.
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Sabíamos que no faltaba tanto trayecto para culminar la prueba. De hecho, este segmento de trekking sería el último antes de llegar a la meta. Llegamos a un punto en que, para sorpresa nuestra, estaban los 5 primeros equipos parados conversando entre ellos. A todos los conocíamos bien. Estaban los de Valencia, el gocho con Eli, Reyes Aldana, Hilenia y José y Kike y Ricardo, todos equipos superiores físicamente y a quienes respetamos inmensamente.
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Resulta que llevaban horas buscando el camino. Habían explorado varias opciones de ruta, pero no lograban dar con lo que indicaban el mapa y el rutómetro, y que tenían pensado llamar a la organización. Algunos hasta llegaron a denunciar que el rutómetro estaba mal hecho.
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Sin pensarlo mucho, les dije que nosotros íbamos a intentar conseguir el camino, por no dejar de hacer la diligencia. Sin que nos dieran muchos ánimos nos despedimos y seguimos.
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A menos de un kilómetro de distancia, pero ya sin poder verlos, tomamos un cruce a la izquierda. Había una subida y la seguimos. Todo cuadraba perfectamente con las instrucciones. No lo podíamos creer. ¿Será que nos estamos equivocando también? Demasiado fácil estaba el asunto.
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Cada vez que cuadraba el rutómetro con el camino en el que andábamos, nos entusiasmábamos más. Apretamos el paso porque sabíamos que si los otros también conseguían el camino, estaríamos fritos. Como dije, eran equipos mucho más fuertes que nosotros.
Dejamos de hablar y pusimos las últimas fuerzas que nos quedaban para darle con todo hacia la meta. Me acuerdo que Mayde llevaba las trenzas desamarradas, pero se negaba a pararse un par de segundos para amarrarlas para no perder tiempo.
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Se nos hacía de noche. No queríamos voltear. Habíamos estado toda la carrera tranquilos, remontando poco a poco, pero ahora nos sentíamos perseguidos.
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Cruzamos nuevamente la Finca Dos Aguas y llegamos a la meta ante una gran confusión. Los que estaban tomando registro de los equipos pensaban que eramos un par de equipos de novatos, los cuales hicieron una ruta mucho más corta.
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¡Resulta que fuimos los primeros en categoría expertos!

El resto de los equipos jamás llegó por sus propios medios, y los punteros que nos habíamos conseguido horas atrás tampoco. Nunca supimos por qué no ubicaron la ruta. Incluso, los equipos novatos pasaron por esa misma vía y hasta el rutómetro era el mismo para ese segmento y todos llegaron. No sé si el resto de los expertos lo intentaron por su cuenta o simplemente quedaron satisfechos con la palabra de algún equipo que probó infructuosamente por ese camino.

El hecho es que ese octubre, en aquel Eco Race, los últimos fueron los primeros.

Félix

domingo, 3 de mayo de 2009

"Eso también se entrena..."

Nunca falta quien te vea corriendo cerro abajo y te grite: "pobres rodillas", "te vas a lesionar" o "estás loco".

Sin embargo, considero que la estrategia más efectiva para lentejas como yo, durante una carrera larga en la montaña, es la siguiente: subir andando, pero a paso constante, y correr todo lo plano y, especialmente, la bajada. Esto no es secreto para nadie.

Me gusta correr cuesta abajo, aunque no se puede negar que es una práctica que puede llegar a pasar factura.

Cuando me propuse hacer la TransGranCanaria Sur-Norte, al ver el perfil de la prueba, me percaté de que iba a tener que correr muchísimo en bajada ya avanzada la carrera. Lo primero que me vino a la mente fue la posibilidad de lesionarme nuevamente. Después comencé a preocuparme por los cuádriceps, otros grupos musculares y articulaciones.

A todos nos ha pasado, luego de hacer una ruta de montaña con bastante descenso, hemos sufrido una barbaridad pos-ejercicio por la acumulación del ácido láctico y el daño a los tejidos, no sólo el día siguiente al entrenamiento o carrera, sino al segundo y hasta al tercer día. Los DOMS (Delayed-Onset Muscle Soreness) son los típicos dolores que dan un par de días después de una sesión con bastante bajada.

Se considera que durante el descenso en montaña se efectúan movimientos excéntricos, es decir, la contracción muscular es negativa. Es esto, aunado al ácido láctico acumulado y el daño a los tejidos sufrido, lo que genera ese tipo de dolor.

He contado que luego de estar lesionado y hacer mi rehabilitación y fortalecimiento, opté por entrenar en el mismo centro donde me traté. Fue muchísimo lo que aprendí y bastante lo que mejoré. Aunque nunca me sentí más rápido que en años atrás, sí llegué a estar más fuerte y con mayor resistencia. Creo que son dos características claves para los que vamos a las carreras de ultrafondo con la finalidad de terminarlas, pero sin necesariamente tratar de romper récords de velocidad.

Lo primero que hicimos fue trabajar en el equilibrio: ejercicios con una sola pierna, movimientos que obligaran a trabajar los músculos del tronco para mayor estabilidad, etc. A quien diga que no le hace falta, le recomiendo la siguiente prueba: pararse con las manos a los lados sobre un pie por 20 segundos, luego hacer lo mismo pero con los ojos cerrados. A quien no le tiemble de todo o se vaya de lado un poco, pues desde aquí van mis felicitaciones. Esta pequeña prueba sirve de indicador de las áreas que requieren más trabajo para aumentar el equilibrio.

Luego, pasamos a fortalecer: rutinas de pesas para cuádriceps, pantorrillas, isquiotibiales, glúteo medio, etc. Siempre se tuvo claro que era para mejorar la carrera, en especial, en montaña.

Finalmente, hicimos varios trabajos con ejercicios pliométricos, diseñados para aumentar la potencia, explosividad y agilidad, mientras se siguen fortaleciendo los músculos y las articulaciones. El ejercicio a continuación es un ejemplo. Te dejas caer uniformemente sobre la planta de los pies, inmediatamente buscas hacer tu mejor salto vertical y luego caes en posición de sentadilla, la cual tratas de mantener por unos 5 segundos, antes de subir nuevamente y repetirlo.

Para los que nos apasiona el mundo de la montaña, es difícil y hasta contradictorio meternos en un gimnasio, entre 4 paredes. De hecho, pareciera que la cultura de gimnasio es prácticamente la antítesis de lo que nos gusta del cerro. Aunque es mejor hacer este tipo de entrenamiento en un gimnasio, con un poquito de creatividad se pueden hacer ejercicios de este tipo al culminar nuestra sesión de carrera.

Una cosa sí es cierta, la pérdida de fuerza muscular a partir de los 30-35 años es inevitable, salvo por algunas excepciones. Por más que un corredor entrene su disciplina, de igual forma va a perder fuerza muscular con el pasar de los años porque la edad disminuye la cantidad y el tamaño de las fibras musculares. La única manera de ganarle una al tiempo o por lo menos darle pelea es a través del fortalecimiento muscular.

También al fortalecer los músculos y las articulaciones, las rodillas que tanto preocupan a aquellos desconocidos que te gritan mientras vas entregado en el descenso estarán mejor protegidas.

Newton no se equivocó. Y si bien hay que buscar mejorar el ascenso, no podemos olvidarnos de la bajada. Sea corriendo monte abajo o haciendo trabajos de fortalecimiento, o mejor todavía, combinando ambas cosas, eso también se entrena.

Félix

P.D. El de la foto tomada por Sigfredo Rodríguez es Jesús Hulett www.cuentosdecarreras.blogspot.com , bajando a toda máquina por los senderos de El Ávila.