domingo, 28 de febrero de 2010

Comparativa Garmin: TGC S-N '09 vs. CCC '09

Me he acostumbrado a entrenar con el Garmin Forerunner 405. Me da la distancia con bastante precisión y una idea del desnivel, aunque un tanto exagerada en algunas ocasiones. En varias entradas he comentado sobre lo que me gusta del relojito/monitor cardiaco/GPS, pero mi mayor queja es la poca duración de la pila (entre 7 horas a 7:45 horas).
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En esta ocasión y a una semana de celebrarse la edición de 2010 de la Transgrancanaria en España (www.transgrancanaria.net), quiero compartir los datos que arrojó el Garmin durante mi participación en la versión Sur-Norte de 92 km de esa prueba y compararlos con la data que obtuve durante las primeras horas de la Courmayeur-Champex-Chamonix de 98 km que pasó por Italia, Suiza y Francia (www.ultratrailmb.com). Los datos, debido a la corta vida de la pila, sólo abarcan las horas iniciales de cada una de esas competencias.
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Al culminar la prueba en Canarias, estaba seguro de que volvería este año. Lamentablemente, no será así. La causa nada tiene que ver con interés perdido o falta de ganas y todo que ver con las restricciones gubernamentales en materia de divisas que cada vez aprietan más a los venezolanos que queremos viajar. Como comenté en alguna ocasión, este año el reducido cupo Cadivi sólo me alcanzará para el retorno a Chamonix este agosto.
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En todo caso, es una carrera altamente recomendable y, aunque carece de la magnitud, pomposidad y presupuesto de la UTMB, me llevé una excelente impresión de la organización, el recorrido y la gente de la isla.
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Luego de este pequeño preámbulo, voy concretamente a los datos (pulse la foto o gráfico para ampliarlo):
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Transgrancanaria Sur-Norte 2009

Distancia: 92 kilómetros. Desnivel positivo: aproximadamente 3.000 metros.
Perfil oficial (Fuente: http://www.transgrancanaria.net/)
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Datos recopilados por el Garmin 405:
Duración de pila: 7:27:52
Kilómetros que recorrí: 41,82 km
Paso por kilómetro: 10:43 min/km
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Desnivel durante los 41,82 km:
Positivo: 2.197 m
Negativo: 791 m
Mis pulsaciones promedio: 149 latidos por minuto.
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Info adicional: Si no me falla la memoria, la pila murió durante el Camino de La Plata vía Garañón, luego del punto en que se dividen la Sur-Norte y la carrera de 123 km.
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Courmayeur-Champex-Chamonix 2009

Distancia: 98 kilómetros. Desnivel positivo: 5.600 metros.
Perfil oficial (Fuente: www.ultratrailmb.com)
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Datos recopilados por el Garmin 405:
Duración de pila: 7:06:01
Kilómetros que recorrí: 31,45 km
Paso por kilómetro: 13:33 min/km
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Desnivel durante los 31,45 km:
Positivo: 2.632 m
Negativo: 1.389 m
Mis pulsaciones promedio: 158 latidos por minuto.

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Info adicional: La pila falleció mientras yo sufría subiendo el Col de Ferret. Faltaban pocos metros para llegar a la cima.
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Conclusiones: En este espacio iba a brindar mi análisis pero creo que los datos hablan por sí solos. Al morir la pila del Garmin 405, en la TGC S-N ya había cubierto casi la mitad del tiempo y recorrido y definitivamente ya había hecho gran parte del desnivel positivo. En la CCC, sin embargo, llevaba menos de un tercio en cuanto a distancia y tiempo de carrera, lo cual indica lo duro del recorrido y las condiciones climatológicas. Debo admitir que iba en mejores condiciones físicas para la TGC S-N, cosa que se aprecia por las pulsaciones promedio, y también llevaba menos peso en la primera (erré en cargar demasiadas cosas para la CCC). Ya cada quien que quiera ver el asunto más minusciosamente sacará sus propias conclusiones. No obstante, se debe tener presente de que mi rendimiento en ambas pruebas fue del montón y no tiene nada que ver con el de los punteros. Espero que esta pequeña comparación ayude a quien vaya a hacer alguna de las dos pruebas. Definitivamente le será útil para quien piense participar en ambas o vaya a una ya habiendo corrido la otra.
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Entrenandito
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Sigo en la etapa Base del plan de entrenamiento y he respondido mejor de lo esperado y eso que todavía estoy haciendo un volumen nada extraordinario. Mayde ya tuvo su tercera y seguramente última sesión de ondas de choque en MetasSports y el sábado corrió 10 km por la Universidad Simón Bolívar, con amigos y conmigo, sin molestia alguna por la fascitis plantar. Antes de unirme al grupo, opté por arrancar desde mi casa. Fueron 14 km en 2 horas llenas de aventuras antes de unirme con Mayde y los muchachos en la USB: vi el amanecer, me topé con borrachos mientras iba por el asfalto, pasé por una zona con el monte casi intransitable (entrada del Bosque de la Virgen), me perdí unos 25 minutos, hice cumbre en la montaña más alta del sur de Caracas y fui atacado por un beagle que parecía el doble de Snoopy (sólo me salvó defenderme con el morral). Al encontrarme con Mayde, Pedro y Argenis, arrancamos monte arriba para definir el trazado de la carrera Energizer Night Race que organizará Pedro en el mes de mayo.
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El domingo Mayde decidió salir en la montañera y preventivamente darle un descanso al pie. Yo quedé con dos cómplices de los ultras, José Miguel Zamora y Lago Baroni, para vernos nuevamente en la USB. Ellos tenían planeado hacer 3 vueltas de 7km, una sin peso, la otra con unos 10 kilos encima y la última sin peso nuevamente. Finalmente, los persuadí a hacer 2 vueltas de 10 km y medir nuevamente la posible ruta para la Night Race. En eso sí tuve éxito; lo que no logré hacer es desviarlos de su meta de entrenar con tal peso. Arrancamos la primera vuelta y yo ya sentía los 24 km del día anterior pasando factura. Al terminar esa vuelta, los muchachos fueron a agarrar sus morrales mientras yo buscaba una sombrita y recuperaba el aliento. José llevaba el suyo lleno de bolsas de arroz, harina y otros viveres, mientras que Lago cargaba un par de pesas además del arroz o la harina. No dejé de pensar que estaban locos por entrenar así. En todo caso, me quito el sombrero ante ellos porque, a pesar de que en la segunda vuelta corrimos menos por razones obvias, la diferencia de tiempo entre una vuelta y otra fue inferior a los 10 minutos o, más o menos, un minuto por kilo. Tostados o no, este tipo de entrenamiento les servirá de mucho para cuando encaren sus respectivos ultramaratones a mediados de este año.
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Resumen del mes de febrero:
Días entrenados: 24
Tiempo: 32 horas 52 minutos.
Distancia: 250 kilómetros
Desnivel: + 10.347 metros / -7.670 metros.
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Mucha suerte a todos los que participen en la Transgrancanaria, en cualquiera de sus modalidades, este fin de semana. Desde acá los estaremos siguiendo y deseándoles, aunque con una sana envidia, lo mejor. ¡Que disfruten de la aventura y logren atravesar esa bella isla!
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Félix

domingo, 21 de febrero de 2010

1era Carrera de Montaña USB, 7 km

Los viernes normalmente descanso. Así es mi plan. La idea es semanalmente preparar 2 emparedados en los que los días de recuperación (lunes y viernes) son los panes y los dos bloques de trabajo (bloque 1 -martes, miércoles, jueves / bloque 2 - sábado y domingo) son el sustancioso relleno. Es una fórmula o receta en la que confío.
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No obstante, este viernes no descansé. Hace unos días, el amigo Gersi Tarazona me avisó sobre una carrerita que iba a haber en la Universidad Simón Bolívar. Era corta y explosiva, cosa que no me entusiasmaba demasiado, pero la idea de correr por el monte y evaluar un poco mis condiciones en estas tempranas etapas del plan de entrenamiento me llamó la atención. Además, confirmaban asistencia los amigos José Zamora, dos veces finisher de La Misión en Argentina; Lago Baroni, un duro en los deportes de aventura; y Gersi, el montañista que incitó todo el asunto.
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(Grandes retos y muchos kilómetros por delante para este grupete. José, al extremo izquierdo, se va a correr más de 200 km en la carrera por etapas en el desierto de Gobi en Asia este agosto mientras que Lago, al lado de José, y Gersi, al extremo derecho, se van a España a su primer ultra, el Gran Trail de Peñalara de 110k en julio.)
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Como dije, corta era la distancia pero también reducida era la asistencia por ser una carrera interna de la universidad y por celebrarse en un día laboral. Esperamos unas horas adicionales al tiempo pautado para la salida para así dar chance a que los empleados y estudiantes que pensaban correrla se pudieran unir al grupo.
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A eso de las 12:45 p.m. se dió la salida y arrancamos unos 20 corredores con media vuelta a la pista. Corrimos un poco, sin mayor desnivel, hasta llegar al inicio de la subida fuerte de la carrera. Ahí veía como los duros ascendían todavía al trote mientras que yo ya comenzaba a andar en algunas partes. Saqué la cámara para tomar alguna foto, pero iba tan prensado que ni tomé fotos ni la pude volver a guardar por un buen rato; me la quedé en la mano casi toda la subida.
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En las partes que sentía que podía trotar y que las pulsaciones lo permitían, lo hacía. Los largos en los Llanos de días atrás y el tempo más el trabajo de pesas de la jornada anterior me tenían las piernas pesadas. Igual, no creo que iba a un mal paso para mí, a pesar de que el pelotón ya me había dejado bien atrás, cosa que hubiera pasado igualmente aunque hubiera estado fresco y descansado. El viernes pasado había hecho la ruta y al llegar arriba en esta ocasión veo que sólo he mejorado 30 segundos con respecto a mi tiempo de entrenamiento. Ni modo, ya estaba metido en el paquete y había que seguir.
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Al final de la primera bajada me consigo inesperadamente a Lago, quien tenía problemas con el material pero no obstante seguía andando. Opté por tratar de correr la mayor parte de la segunda subida, no me importaba el paso; sólo quería aguantar y avanzar. Finalmente, llega la bajada. No veo a nadie a mi alcance.
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(Fotos de la prueba tomadas por Julio Cruz, el organizador )
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Bajé fuerte pero controlado. Me comencé a sentir bien. Me causaba gracia que recien era que estaba calentando. Pensé que era pretencioso admitirlo o que era más bien una excusa de un corredor lento. Eran casi dos km de descenso y al finalizar se corrían unos 150 metros en la pista. Terminando la bajada, veo que en la pista acababa de entrar un corredor. Me llevaba unos 50 metros. Pensaba que no tenía oportunidad de alcanzarlo, pero igual comencé una especie de sprint. Veo que el muchacho no avanzaba bien y que, tal vez, le podía llegar. Apreté un poquito más pero ya era demasiado tarde. Me quedé corto unos metros y crucé la meta 1 segundo detrás de él.
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En fin, fue un buen encuentro con amigos y una salida con las pulsaciones bien altas en un lugar en el que me encanta correr, rodar y, años atrás, nadar. Hice casi 7 minutos menos que en el reconocimiento de la ruta y, en vista de las circunstancias, me sentí satisfecho aunque muy pero muy lejos de los punteros. Probablemente, me haya tomado más redactar esta pequeña crónica que el tiempo total que hizo el ganador.
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El sábado volví con Mayde a la USB e hicimos nuevamente la ruta, pero sigue con molestias por la fascitis plantar. Ya va por su segunda sesión de ondas de choque y le faltaría una más para terminar el tratamiento. Espero que ya con esto se resuelva su lesión y pueda retomar los entrenamientos como debe ser. El día estuvo espectacular y cada vez me va gustando más la universidad como alternativa a El Ávila, cuyo acceso se encuentra restringido por motivo de la sequía y los incendios. Sería práctico acompañar el cierre del cerro con una campaña de educación y concienciación, pero pareciera que con la radical medida restrictiva las autoridades quedaran satisfechas y no previeran un plan a largo plazo.
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Para la salida del domingo, me puse de acuerdo con dos de las cabras, Melba y Rómulo, quienes están organizando por segunda vez una carrera de montañeras en la icónica ruta de Anare en el estado Vargas. La idea era hacer el reconocimiento a pie y ver en qué áreas tendrían que limpiar la maleza del terreno. Teníamos previsto hacer más de 3 horas. Esperábamos pasar calor, llegar arañados por el monte y terminar cansados.
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(Así suben las cabras y a mí sólo me queda verlos de espaldas la mayoría del tiempo)
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De esos tres escenarios, sólo el último se concretó. El día estaba fresco y resulta que por la sequía era poco lo que había crecido la vegetación. Además, diera la impresión que, desde que los muchachos limpiaron, recuperaron la ruta y organizaron la prueba el año pasado, se le ha dado algún uso al circuito.
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Arranqué asustado porque sabía que este par me iba a poner a sufrir, además temía ir un poco cargado por el reciente aumento en el volumen de los entrenamientos, pero luego de agarrar calorcito corrimos parejos con un paso bien consistente y terminamos, para sorpresa de los tres, en poco menos de 2:10. La ruta está genial para correrla y pronto estará en excelentes condiciones para las bicis.
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(Mayde en el circuito de Anare en 2006)
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Toda la información de esta dura prueba de MTB a celebrarse el 21 de marzo ya está en internet. Nosotros seguramente, como la vez pasada, estaremos allá echándole una mano a la organización.
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Ya se están sintiendo los efectos iniciales del entrenamiento y ha caído algún kilito. De repente, no he mejorado mucho la velocidad, pero me estoy sintiendo un poquito más fuerte en cada salida. Lo único que no me gusta es que mi chica sigue en recuperación. Tomo prestada una frase del blog de Samy que expresa bien el asunto: "El correr en pareja duplica todo; las alegrías son dobles y las tristezas también". Ya pronto estará Mayde, como siempre, dando brincos por el monte conmigo.
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Félix

miércoles, 17 de febrero de 2010

¡Llano más!

En estos Carnavales nos fuimos a los Llanos venezolanos, específicamente al estado Guárico. Aunque la palabra "llano", para un montañista o trail runner, en principio no connote nada precisamente interesante, este viaje fue de antología.
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(No es un cuadro de Millet sino una foto tomada por Mayde)

Para llegar a nuestro destino tuvimos que rodar largas horas en carro. El paisaje en la vía mostraba lo dura que ha sido la sequía: hectárea trás hectárea quemada. Hicimos un par de paradas en el camino para comer arepas de queso telita y beber jugo de mandarina.

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(Colombiano era el carrito y su operador, pero el sabor era de mandarinas llaneras de las buenas. Me acuerdo de aquellos tiempos en que los hermanos de Colombia se venían a nuestro país a buscar mejor suerte y, ahora, me quito el sombrero con lo que han logrado hacer con su país. Parafraseando la cuña turística de nuestros vecinos: El único riesgo actual en Colombia es que quieras quedarte. De este lado de la frontera, lamentablemente, los riesgos son innumerables)

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El plan era combinar unos días de esparcimiento, conocer una zona del país que visitábamos Mayde y yo por primera vez y, en lo que atañe al blog, hacer un par de largos.
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(Luego de unas 10 horas de carretera, llegamos a nuestro destino: Los Diablitos)

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Pensaba hacer unos 50 km entre las dos trotadas y, aunque al final sólo salieron unos 42 km en total, fueron largos que vienen bien a estas alturas del plan de entrenamiento y son cónsonos con el objetivo de esta fase. A inicios de la semana, Mayde había recibido tratamiento de ondas de choque para su fascitis plantar y, luego de correr unos 10km entre semana sin mayor novedad, optó por ver cómo le iba ahora.

Para la primera salida, planeamos hacer 30km, arrancando desde nuestro campamento y siguiendo el rumbo hacia la vía principal hasta que el Garmin marcará los 15 kilómetros y ahí dar media vuelta.

Éramos cinco personas: Mayde, quien correría hasta que el dolor en el pie se hiciera presente; Ligiana, a quien sonsacamos para que cubriera la distancia de media maratón y así hiciera su trotada más larga; Rómulo, quien terminaría haciendo un duatlón; Romulín, quien fungiría de equipo de apoyo; y yo, que corrí hasta decir "llano más".

La principal preocupación era el calor, así que salimos a pocos minutos después de las 6 am. Con tan solo dar un par de zancadas ya sabía que iba a ser una jornada larga y con horas extras incluidas. El terreno en esta sección era suave y arenoso y se nos hacía difícil mantener un buen paso sin tener que esforzarnos más de lo debido. A los 500 metros ya estábamos sudando a cántaros y apenas se medio asomaba el sol.

Llevábamos poco más de un kilómetro cuando escuchamos un ruido entre los matorrales. Nos salió a saludar un oso hormiguero y hasta posó amablemente para una foto.


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Las aves abundaban; vimos desde pericos y loros hasta gavilanes y garzas, pero nosotros no éramos los únicos corriendo ni mucho menos los más rápidos.


(Los velocistas de Parmana)

Decidimos caminar un minuto cada 5 kilómetros para poder rendir un poco mejor a la larga. Los parciales eran la última preocupación. Así, entonces, llegamos al quinto mil y cruzamos un pequeño puente.

Al llegar a los diez kilómetros y medio, tal como tenía previsto, Ligi se devuelve mientras que los demás seguimos unos 5k más antes de dar la media vuelta. No eran las 8 am y ya el calor era sofocante.


(Esta foto la tomó, Romulín, el finisher más joven de la carrera EcoRace)

La fascitis de Mayde comenzaba nuevamente a causarle molestias y optó, sabiamente, por pararse a los 20 km. Con ella, bajo la sombra de un árbol, se quedó Romulín mientras que su homónimo hermano mayor (como los Félix I-III, ellos también son tres Rómulos) se montaba en una bici que le quedaba un par de tallas pequeña y rodaba los 10k finales para buscar el carro y hacer la repatriación.


A mí, no me quedaba otra que seguir corriendo y achicharrándome. Mantuve el mismo paso con el que veníamos y en el kilómetro 23,5 me enrumbo, casi aliviado, hacia una finca. Lamentablemente, era el terreno equivocado. Sigo corriendo y comienzo a rastrear y seguir las huellas de la bicicleta. Hasta los momentos no hemos visto ni un solo vehículo pasar por la vía. Esta vez sí tomo el cruce correcto y a los pocos minutos estoy pasando el puente otra vez. Ya sólo faltan 5 km. Calculo que con este calor y con el terreno tan denso, me tomaría más de media hora. Al marcar el kilómetro 26, me pasa una moto con un par de lugareños, quienes me miran como si fuera un extraterrestre. A partir de ese momento, no logro distinguir entre las huellas de la bici y las de la moto. Sabía que después del kilómetro 27,5 iba a ser necesario verlas porque venían varios cruces claves que no estaban señalizados y, sin puntos de referencia, iba a estar perdido en esa inmensidad invariable del llano.

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Afortunadamente, faltando pocos metros para iniciar el laberinto, aparece Rómulo con el carro. Le digo que voy a intentar seguir y me recuerda que hay muchos cruces engañosos y que me va a ser difícil conseguir el campamento y especialmente en el estado en el que me encontraba. Testarudo como siempre, le comento que igual iba a intentarlo. Sin embargo, la testarudez se desvaneció inmediatamente al informarme que tenía una cava con algunas cervecitas bien frías. No lo pensé mucho. En fin, salieron 27 km en total y, bueno, terminé uniéndome al equipo de búsqueda, rescate y cebada.

A la mañana siguiente, Mayde optó por descansar su pie y Ligi se vendría de equipo de apoyo en la bici. El día iba a estar lleno de paseos después del entrenamiento así que nuevamente tratamos de salir a correr justo con el amanecer.
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Arrancamos a un paso cómodo y con buenas sensaciones, ya sabiendo lo duro que es correr por estos lares. La ruta iba a ser parecida a la anterior en los primeros 6k y luego trataríamos de llegar a un sitio donde estarían ordeñando las vacas, con la excusa de tomarnos una leche chocolateada llanera. El ritmo mejoraba con cada kilómetro hasta que alcanzamos más o menos el kilómetro 12. Ahí nos metimos por caminos del ganado hasta que la vía desapareció, cruzamos un río seco y terminamos nuevamente en nuestro campamento y no necesariamente con las vacas. Seguimos corriendo hasta el Moriche Solo para refrescarnos. Al fin, nos salieron casi 16k en esta segunda salida.


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(Nuestro pequeño oasis: El Moriche Solo)

El resto del paseo nada tuvo que ver con entrenamiento y mucho con diversión. Hicimos parrilla, fuimos a las orillas del Río Orinoco, vimos cielos despejados y visitamos otros fabulosos rincones de esta región. Fue un viaje de esos inolvidables y altamente repetibles. Y los kilómetros que corrimos, aunque muy distintos a los que encararemos en el Mont Blanc, nos servirán de mucho cuando en esa prueba haya que recurrir a las experiencias previamente vividas para agarrar fuerzas.
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Félix

lunes, 8 de febrero de 2010

Entrenamiento B.A.S.E. (Buenas Andadas Sin Estrés)

No sé si entiendo del todo el concepto de la periodización en el entrenamiento, pero intento seguir sus principios. Esta es la cuarta semana del plan para la UTMB y en la hojita que elaboré durante las vacaciones en la Isla de Margarita decía que tenía que ser una semana de recuperación activa...y así fue.
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Por lo general, trato de trabajar en períodos de cuatro semanas en las que subo la carga durante las primeras tres y en la cuarta bajo el volumen y la intensidad con el fin de asimilar el entrenamiento.
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Estos ciclos de cuatro semanas los enmarco en períodos de Base, Fuerza y Taper. Obviamente, no estoy reinventando la rueda o, como dicen por ahí, descubriendo el agua tibia. Pero sé que, como gordito al fin, necesito la mejor preparación posible para encarar el reto de agosto.
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Dentro de esas tres fases, me encuentro actualmente en el período Base, cuyo objeto es desarrollar el rendimiento aeróbico, aumentar la resistencia cardiovascular y preparar al cuerpo para lo que le viene más adelante en el plan.
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No me acuerdo dónde leí la analogía del pescado y el limón, pero fue una que me quedó grabada por siempre. En ésta el limón, por ser tan ácido, es rara vez degustado por sí solo. En cambio, el pescado solo generalmente sabe bien sin limón. Sin embargo, al combinar ambos, se opmitiza el sabor. Así teóricamente pasa con el entrenamiento: quien haga demasiada velocidad o fortalecimiento (limón) sin tener primero una buena base (pescado) no alcanzará su mejor resultado a la larga. Y todo aquel que haga demasiada base y no se preocupe por lo otro tendrá un desempeño que tal vez no sería el más óptimo.
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En mi caso, apenas estoy y estaré por varias semanas más en el período base. Eso no quiere decir que no estoy haciendo ningún tipo de fortalecimiento ni velocidad; simplemente significa que lo principal ahora es acumular kilómetros y llegar a tono para la próxima fase del plan.
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Con todo esto en mente, y luego de correr 42km el fin de semana pasado, este finde fue variado, ameno y social sin dejar de estar acorde con nuestros objetivos de entrenamiento.
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(Pica Pinabetes)
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El sábado salimos al cerro un grupito de lo más heterogéneo. Había atletas, ciclistas, surfistas, la capitana de un equipo de kickingball y hasta turistas alemanes. La ruta en El Ávila fue una que realmente disfruto. Subimos a Papelón, nos metimos por la Zamurera/Los Venados, agarramos la Pica Pinabetes y finalmente bajamos a Galipán. Luego de unos jugos de mora y durazno y los impelables sandwichs de pérnil, el descenso fue en jeep.
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Como había comentado en entradas previas, Mayde anda con molestias tanto en el tobillo como en la planta del pie. Éstas últimas pareciera que me las está contagiando. Así que el domingo, el asunto fue en las montañeras.
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Recorrimos el circuito de la Universidad Simón Bolívar, el cual se encuentra en muy buenas condiciones y está bien frecuentado. Entre pinos y senderos, rodamos y rodamos. A veces el desnivel evitaba que uno se mantuviera aeróbico pero, por suerte, los ascensos no son excesivamente largos.
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El clima no pudo estar mejor, aunque extrañamos un poco el fresco que suele hacer en la zona. Tan despejado estaba el día que se podía apreciar perfectamente El Ávila desde esta montaña totalmente al sur y en contraposición al gran cerro.
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(Rómulo y Mayde en la USB con El Ávila de fondo. El día anterior nuestro ascenso a pie fue por la parte izquierda u oeste de la montaña)

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Sin olas previstas para este fin de semana, nuestro amigo surfista Frewuill y su cámara high-tech nos acompañaron en ambos paseos. Con tan buen fotógrafo presente era poco lo que yo sacaba mi fiel pero inferior camarita por aquello de lo que algún psicólogo gringo pudiera denominar "megapixel envy". La foto de abajo, que tomé prestada, es una muestra. Si desean ver más y mejores fotos de ambas salidas, los invito a que visiten el blog de Frewuill (http://www.chupacabras666.blogspot.com/).

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(Go photo yourself!)

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Por nuestra parte, comienza un nuevo ciclo de cuatro semanas. Esta misma, Mayde va a visitar al médico para revisarse sus dolencias y antes del fin de semana sabremos si habrá que hacer más entrenamientos cruzados o ya podremos iniciar con las carreras largas ambos días del fin de semana. No obstante, no cabe duda que, conforme a la receta que mencioné al inicio de esta entrada, seguiremos una dieta de entrenamientos a B.A.S.E. de pescado.

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Félix

lunes, 1 de febrero de 2010

Caminata de San Sebastián, 42km (2010)

Por segundo año seguido decidimos participar en este evento. Muchos kilómetros han transcurrido desde el enero pasado hasta éste, pero debo admitir que en aquel entonces estábamos en mejores condiciones que ahora. Las metas esta vez eran simplemente salir a hacer el recorrido sin preocupaciones de tiempo y correr, al paso que fuere, todo el trayecto. Era un largo más o, mejor dicho, el primer largo del año.
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Hay que estar claro que, a pesar de la distancia, no es un maratón. Es una peregrinación. La gran mayoría de los participantes va por motivos religiosos, otros buscan hacer algo de ejercicio al aire libre en un escenario espectacular y una minoría, como nosotros, sale a correr.
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En esta oportunidad, llegamos temprano y pudimos ubicarnos bien adelante. La última vez pasamos trabajo tratando de escabullirnos entre los caminantes en la subida. No iba a ser tarea fácil avanzar bien al inicio ya que este año participarían unas 8.650 personas.
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Ante una impresionante luna llena y luego de una afortunadamente concisa bendición por parte de un cura que también caminaría, salió puntualmente el evento a las 6 am. Comenzamos a avanzar poco a poco entre la gente. El tema entre los participantes el año pasado era la victoria del equipo local de beisból. Este año, aunque no repitió el equipo local, ese deporte también predominaba entre los caminantes y sus consignas porque siempre coincide el fin de semana del evento con la final de la liga venezolana de ese deporte. Sin embargo, el grueso de los participantes va pagando promesas, en honor de familiares y amigos enfermos o fallecidos, pidiéndo milagros, etc. Ese es el verdadero espíritu de esta caminata.
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Los primeros 12 km son de pura subida. Sin embargo, se pueden correr en su totalidad y eso hicimos. Iba poco a poco saliendo el sol. Mientras ganábamos altura, veíamos como nos distanciábamos de Maracay. Nos sentíamos bien y felices de poder atravesar el Parque Nacional Henry Pittier a pie. Lo único malo es que todo el recorrido es por asfalto. En el kilómetro tres nos saludaba la reina de San Sebastián, con su corona y todo. La hidratación y asistencia impecable, como el año pasado. El ánimo entre los participantes muy festivo. En esta edición hubo muchísima más gente expresando su descontento con la situación del país, cosa que me agradó bastante. No es sólo en la capital del país que la gente está despertando.
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Más rápido de lo que pensábamos, llegamos al punto más alto del recorrido. Mayde se paró unos minutos para quitarse la férula que le protegía el tobillo porque ésta le estaba fastidiando en la planta del pie. En este punto la organización brindaba jugos, galletas y demás refrigerios. Más adelante, nos ofrecerían patilla, mandarinas, cambures y hasta caramelos. Se notaba que los cientos de voluntarios de verdad estaban contentos de tener tanta gente visitando la zona. Me recordó un poco a la bonita actitud que tenían los lugareños durante la CCC, aunque acá también se le agregaba el buen humor y el "sazón" venezolano.
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Nos tocaban unos 20 kilómetros de bajada. Comenzamos el descenso a buen ritmo. Me fastidiaba un poco la planta del pie (es algo de lo que tengo que estar pendiente). Al llegar a la distancia de media maratón, Mayde me comenta que también le fastidia la planta del pie. Además del esguince de tobillo, ella ha estado luchando contra la fascitis plantar desde el maratón de Caracas. A diferencia de su esposo, para que Mayde se queje tiene que ser algo verdaderamente serio. Decidió seguir pero le costaba ya apoyar bien.
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Nos topamos con varios amigos. Mayde siguió avanzando, pero el dolor ya se tornaba insoportable. Ella sabe bien que correr una prueba en esas condiciones puede traer consecuencias más adelante, así que al llegar al kilómetro 30 optó por retirarse para evitar agravar la lesión.
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Yo decidí continuar y tratar de recuperar un poco el tiempo perdido. Apreté el paso; me sentía fuerte y fresco. Esa sensación, no obstante, no me duró hasta la llegada pues ya en el kilómetro 38 el calor me tenía frito y me obligó a bajar el paso a pesar de que el terreno ya era plano. Había recuperado bastante y no quería perder lo hecho, así que apreté un poquito los dientes y seguí. Hacia el final del recorrido, los puntos de hidratación y asistencia son cada vez más frecuentes y el ánimo que brindan los lugareños es cada vez mayor.
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Finalmente, llegué a la meta, la plaza principal de Ocumare de la Costa. Todavía no había mucha gente alrededor, pero ya se perfilaba un interesante ambiente. Aproveché para estirar, darme masajes con hielo en la planta del pie y conversar con amigos.
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Luego de un buen rato llegó Mayde. La organización le ofreció trasladarla una vez que abrieran nuevamente la carretera, lo que implicaba para ella esperar unas 4 horas ahí sentada. Optó por caminar todo el resto del trayecto hasta la llegada. Se consiguió a Elías, un corredor de carreras de aventura que venía con dolencias también, y juntos cotorrearon hasta la meta.
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Los alrededores de la plaza parecían tanto un campo de batalla como una fiesta patronal. Había música en vivo y gente alegre por doquier, pero también estaban por todos lados los que mostraban, en sus rostros y en la forma de caminar, lo duro que fue el recorrido. Fue una escena indescriptible que sólo se puede apreciar en la Peregrinación de San Sebastián.
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Disfruté mucho toda la aventura, pero me quedó un sabor amargo por la lesión de Mayde. El domingo salí solo con la bici de montaña por ahí. Afortunadamente, otra vez me estoy recuperando bien de los entrenamientos y parecieran haber desaparecido totalmente las secuelas del dengue.

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El resumen del mes de enero fue el siguiente:

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Días entrenados: 22
Tiempo: 28 horas 47 minutos.
Distancia: 226 kilómetros
Desnivel: + 10.082 metros / -7.385 metros.

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Vamos a ver cómo se perfila el mes de febrero; lo bueno es que enero fue un mes flojo y se podrá mejorar, espero que fácilmente. Todavía estamos a tiempo de subsanar el craso error de parar el entrenamiento durante la segunda mitad de diciembre y las primeras semanas de enero. Si por lesiones, descuido o abuso de confianza llegamos a Chamonix otra vez indebidamente preparados, la UTMB nos va a comer vivos.

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Félix