miércoles, 29 de septiembre de 2010

Campeonato mundial de carreras de aventura: ¡Venezuela presente!

Nuevamente habrá un equipo venezolano en un campeonato mundial de carreras de aventura. La primera vez fue en Brasil (EcoMotion 2008) y la segunda en Portugal (XPD 2009). Los nuestros ya han sido finishers entre los grandes, en su primera incursión mundialista, y esperan repetir la hazaña al encarar la durísima y variada ruta que presenta este año la Adventure Racing World Championship.

(El equipo minutos antes de partir para España. De derecha a izquierda: Melba Vaamonde, Rómulo Cobos, Ram Maniram y Pedro Rodeiro.)

En esta oportunidad, el equipo IDACA-IND-VENEZUELA cuenta con integrantes de vasta experiencia. Melba es el paradigma de lo que es una atleta multidisciplinaria y tiene en su haber un top 10 en la carrera de expedición Desafío de los Volcanes; es sumamente grato verla de nuevo en estas lides. Rómulo fue integrante de aquel primer equipo patrio que históricamente logró terminar oficialmente un campeonato mundial de carreras de aventuras. Ram aporta mayor serenidad y fortaleza al equipo, además de la experiencia de ser uno de los pocos venezolanos en haber participado en el mítico Eco-Challenge, prueba ícono de esta modalidad. Pedro, el capitán del grupo, ha participado en numerosas carreras de aventura alrededor del mundo y ahora balancea el entrenamiento con su exitoso rol como organizador de innovadoras aventuras en Venezuela (UltraRace, ÁvilaRace y Eco-Race, entre otras), una función que definitivamente ayuda a mantener viva la pasión por carreras de largo aliento en escenarios espectaculares en nuestro país.

Para este 2010, la cita mundialista es la Raid Bimbache en las localidades de Ávila y Salamanca, España. Esta prueba reunirá a más de 50 equipos de unos 30 países. Entre ellos los 10 ganadores de igual número de válidas clasificatorias.

La carrera se perfila como sumamente dinámica y se espera que haya cambios más frecuentes de lo usual en las disciplinas. El recorrido total será de unos 700 kilómetros en 24 secciones y con 90 puntos de control.

La organización ya ha informado la distribución, en cuanto al tiempo que invertirán los equipos, de las distintas disciplinas:

- Trekking (caminata) y Orientación: 8 secciones. 40%

- Ciclismo de montaña: 7 secciones. 35%

- Kayak (piragüismo): 3 secciones. 20%

- Patines en línea: 3 secciones. 3%

- Cuerdas (rappel y jumar). 3 secciones. 2%

- Parada obligatoria. 4 horas.

(Melba y Rómulo entrenandito en La Guaira.)

Se estima que los ganadores harán entre unas 85 y 90 horas y el tiempo límite para los equipos será de 130 horas. La partida será a las 8 a.m. del 3 de octubre y los punteros estarían llegando a la localidad de Salamanca entre el jueves 7 de octubre y el viernes 8. Como es normal en este tipo de pruebas, no todos los equipos terminarán. Para unos pocos, la meta será vencer pero para la mayoría y definitivamente para nuestros representantes el objetivo es terminar.



Por acá, como en ediciones pasadas, con muchísimo gusto e interés daré seguimiento a la prueba en general y a nuestro equipo, dentro de lo posible y agrupando noticias que vayan surgiendo en la web o bien de parte del equipo mismo. La página oficial de evento será www.arwc2010.com y de la cual he tomado parte de la información para esta entrada, al igual que el emocionante video promocional.

¡Muchísima suerte muchachos!

Félix

P.D. Aquí les dejo la primera nota de prensa del equipo:

La Bimbache Extrem 2010, es el nombre del nuevo reto que se plantea el TEAM IDACA-IND VENEZUELA, integrado por Ram Marinam, Pedro Rodeiro, Rómulo Cobos y Melba Vaamonde. España es el escenario de este gran evento que forma parte de la AR Series, Organismo Internacional que regula las Carreras de Aventura en el Mundo, en esta oportunidad el cuarteto Venezolano estará presente en el World Championship que partirá de la ciudad Española de Ávila y tendrá como llegada la ciudad de Salamanca, en ella participarán 70 de los equipos más destacados del mundo.

El miércoles 29 de Septiembre la representación tricolor parte rumbo a Madrid y de allí la organización los trasladará a la ciudad de Ávila ubicada en la provincia de Castilla y León, desde este punto se recorrerán 700 Kms los cuales estarán repartidos entre ciclismo de montaña, trekking, kayak, patines lineales y pruebas especiales de cuerdas.

Han sido meses de arduo entrenamiento y la experiencia de estos cuatro atletas es lo que ha servido como base física y mental para afrontar este nuevo reto, este equipo cuenta con la participación previa en carreras como Eco Challenge Fiji, Desafío de los Volcanes, Ecomotion Pro, Tierra Viva y 2 validas previas del World Championship, en Brasil y Portugal.

La participación en este nuevo reto del TEAM IDACA-IND VENEZUELA se ha hecho posible gracias al apoyo de nuestros patrocinantes:, IDACA, IND, The North Face, Petzl Bicimacia, Refrimovil, Energizer, Locatel, Macundales, Pan de Azucar Bike team y la A.C. Eco Venezuela Xtrema, más el constante aliento de familiares y amigos, quienes nos motivan a mantener el rumbo para lograr cruzar la meta la Bimbache 2010 World Championship.

La pagina web oficial de la carrera es www.meridianoraid.com, por la cual podrán seguir el desarrollo de la misma en vivo, ya que estarán corriendo con un rastreador satelital o SPOT con lo cual verán la posición geográfica de los equipos.


domingo, 19 de septiembre de 2010

Triple A

En el béisbol, la Triple A es el último escalafón antes de llegar a las ligas mayores. En otro contexto, en Estados Unidos esas tres siglas generalmente traen alivio a los automovilistas por ser representativas de una organización que presta servicios de asistencia vial.

Si bien, haciendo analogía con el béisbol, no hemos llegado a las Grandes Ligas, cosa que se evidencia en el hecho de que la organización de la UTMB, comprensiblemente, otorgó 3 puntos clasificatorios a los que salimos en falso el viernes y terminamos la carrera reanudada de sábado a domingo, en vez de los 4 que corresponderían a los finishers de la carrera de 166 km, y si bien, alegóricamente refiriéndome a la organización motorista, posiblemente requerimos de asistencia vial para definir nuestro rumbo deportivo y extradeportivo para el futuro cercano, en esta entrada esas siglas representarán, de manera un tanto cursi y poco original, tres palabras o valores: amistad, agradecimiento y aprendizaje.

Amistad

Me dijeron en estos días que los amigos son la familia que uno mismo escoge. Con eso en mente, este primer domingo luego de regresar de viaje decidimos compartir con nuestra familia adoptiva de la montaña. Primero, fuimos a correr con Ligiana la Media Maratón Plaza's. Habíamos prometido servirle de pacers en su primera media y así fue, en una ruta agradable y con una organización muy buena, salvo por el hecho que se acabó el agua como del km 17 al km 20 para los de más de 2 horas. Nosotros, al no estar inscritos, llevamos nuestra propia hidratación. Con buenos ánimos y algo de sufrimiento, pues 21km nunca es un paseo, llegó Ligi a la meta.


(A pocos metros de la meta, 21,1 km. Foto cortesía de Jonathan Rada y el Compa)

Al terminar fuimos a Sabas Nieves, El Ávila, para la llegada de la válida mundial Ávila SkyRace. Este año fue recortada la ruta por decisión de Inparques. Igual, los participantes tuvieron que recorrer unos 23 km por los senderos del gran cerro caraqueño.


(Luciendo la famosa Vaca-Shirt, recuerdo de la Sierra Nevada Ultra Trail que me dio el amigo Emilio Jiménez en Chamonix. ¡La foto es prueba de que es un éxito con las chicas!)

Nos reencontramos con amistades y conocidos. Fue agradable estar del otro lado para variar y poder brindar ánimos, felicitar y compartir con los corredores y tomar algunas fotos no profesionales. En las damas ganó Cruz Salazar y el vencedor de la general fue el peruano Emerson Trujillo.


(De izq. a der.: Mayde, Michael Hurtado, Ilych Irausquín, Deisis Zarramera, un peruano pero definitivamente no el que ganó y, abajo, Daniel Betancourt alias La Iguana)

Para cerrar la nota sobre la amistad y con relación al título de este blog, la misma Ligi nos sorprendió con un fenomenal regalo el otro día: 1 cerveza por cada kilómetro recorrido en el Mont Blanc. Con esas ciento y pico cervezas en casa, espero no terminar en uno de los otros usos de las siglas AAA (Asociación de Alcohólicos Anónimos). ¡Salud!

Aprendizaje

Ya para nosotros todo el viaje, desde que nos planteamos el reto, comenzamos a entrenar, hicimos las pruebas clasificatorias y finalmente participamos en esta irregular UTMB de 2010 ha sido ganancia y crecimiento. Ahora, con la carrera que titula el blog atrás, sólo queda ver qué se aprendió. En este sentido, quisiera limitar a 3 aspectos los aprendizajes que resultaron de esta aventura que comenzó en junio de 2008:

- ¡Claro que se puede!

No habíamos corrido ni siquiera un maratón oficial cuando arrancamos el proyecto y parecía una locura intentar hacer casi cuatro seguidos y con las dificultades que presenta la montaña y el gran desnivel que tanto afecta el ritmo de carrera. Como dice Mayde: "Sólo hay que plantearse las cosas y creer en uno mismo". ¿Qué es lo peor que pudiera pasar? Si no se cumple tu sueño, meta o reto, habrás, en el peor de los casos y si estás abierto a ello, aprendido y vivido intensamente. No hay que tener miedo a fracasar; es mucho lo que descubrirás de ti mismo cuando decidas poner tu voluntad a prueba y dar lo mejor de ti. Nosotros seguimos con tarea pendiente pero convencidos que, aunque no es fácil, sí es posible.

- Un poco de humildad no hace daño a nadie.

Quienes me conocen personalmente pueden afirmar que no soy de las personas más humildes ni mucho menos espirituales. Como he dicho en alguna entrada previa, ya el hecho de tener un blog acerca de mí pudiera ser indicativo de que la humildad no es mi fuerte. Sin embargo, con las experiencias que se viven día a día y la gente que uno conoce en el camino, me dan ganas de tratar de serlo. Últimamente, me siento mejor conmigo mismo sin tener que alardear de cualquier cosa o menospreciar a los demás. Muchísimas veces fallo en ese intento, pero es uno de esos aprendizajes en continua evolución. Es un tema delicado porque la humildad forzada o falsa puede ser hasta peor que la falta de ella. Lo claro es que la montaña, o la naturaleza en sí, puede rápidamente recordarte que hay que recorrerla o adentrarse en ella con pocas ínfulas.

- La constancia es tu mejor aliada.

Finalmente y rayando en lo obvio, esta lección simplemente se ha ido acentuando cada día más a lo largo de este proyecto. Puedes dudar o no tener la convicción ni el compromiso en determinado momento, pero siempre que te mantengas constante podrás ir más lejos de lo que te imaginas.

Agradecimientos

Agradecido estoy con la gente que nos ha apoyado de una forma u otra, sea brindándonos ánimos para seguir adelante, poniendo algún comentario en el blog o Internet o sencillamente estando pendiente de nuestra carrera por allá por Los Alpes. Los familiares, amistades y desconocidos que desinteresadamente nos han apoyado no se imaginan lo valioso que ha sido para nosotros. De verdad, a veces siento que no merecemos la atención que ocasionalmente se nos da. Es cierto, en Venezuela poco se conoce de estas carreras y es como una especie de novedad. Pero sé que hay gente infinitamente mejor preparada y que, sin duda alguna, obtendría mejores resultados que nosotros en los ultramaratones en el exterior y, fuera del reducido ambiente del montañismo en nuestro país, pasan prácticamente desapercibidos. Espero que para esa gente se multiplique el apoyo, afecto y los buenos deseos que hemos tenido la suerte de recibir.

Cabe resaltar que Jaime Sierra (Bicimacía) nos echó una manito a última hora con todos los productos que consumimos durante la carrera. En cuanto a patrocinio, hicimos un par de intentos a medias que no tuvieron respuesta. Hubo alguna promesa que no se concretó. Pero, a la larga, me gusta que hayamos podido ir, totalmente por nuestros propios medios, y que no debamos cuentas ni explicaciones a nadie. También me enorgullece que no nos vimos en la obligación de sacrificar nuestras convicciones o dignidad, como tanto se ve en este país, por recibir algo del algún organismo o interés de carácter político. Fue nuestro sueño y lo intentamos cumplir en nuestros propios términos. Nos complace muchísimo que muchos hayan compartido esto con nosotros y agradecemos enormente sus buenas energías. Les dedicamos este pequeño video de nuestra salida inicial del Ultra Trail du Mont Blanc de 2010, un momento indescriptible:



Crónica de nuestra participación en UTMB 2010:

¡Nos vemos en la montaña!

Félix

viernes, 10 de septiembre de 2010

Ultra Trail du Mont Blanc 2010 (parte II)


Así que decidimos tomar la salida en esta UTMB de reposición o de consolación. Simplemente, a pesar de las circunstancias que llevaron a la cancelación de la carrera original y que apenas habíamos dormido aproximadamente una hora como el resto de los que participarían, no vinimos desde tan lejos ni entrenamos por tanto tiempo ni sacrificamos tantas cosas como para quedarnos en la comodidad de nuestro alojamiento lamentándonos por lo pasado o echándole la culpa a la organización. No es en este blog que se conseguirán las críticas a lo sucedido.

Nosotros vinimos a correr por la montaña, sea con sueño, frío, condiciones adversas o hasta en una ruta de menor kilometraje. No seríamos los únicos. De igual forma, sabíamos que no iba a ser fácil para nosotros. El año pasado sufrimos un mundo para terminar la C.C.C. con apenas poco más de hora y media sobre el tiempo límite. Y, ahora, en la forma en que se nos presentaba la prueba, el primer error después de decidir tomar la salida desde Courmayeur, Italia, sería subestimar estos 90 km.

Unas pocas de horas antes, me encontraba colgando la ropa mojada que tendríamos que usar nuevamente y buscando en el apartamento alquilado algún material que me sirviera para reparar el bastón RaidLight que se me había roto bajando en el lodo hacia St. Gervais durante la UTMB suspendida. Lo ideal hubiera sido comprar uno de esos tubitos para reparar los palos de las carpas y que seguramente abundan en los comercios de Chamonix. Pero eran ya las 4 y pico de la mañana y estaba en un apartamento alquilado de 12 m2 en el que apenas cabíamos nosotros y nuestras cosas. Finalmente, luego de algunas infructuosas pruebas, "conseguí" un par de tornillos un poco largos y con bastante tape de plomo procedí, sin muchas esperanzas, a parapetear el bastón.

La alarma parecía sonar a los pocos minutos de haberme acostado. Eran ya las 5:30 am y la convocatoria para tomar los autobuses rumbo a Courmayeur era a las 6:30 am. Mayde despierta y al pararse se percata de que la molestia en la ingle que le surgió por causa de una hiperextensión anoche durante la carrera suspendida se había intensificado. Nos vestimos y desayunamos Power Gel a falta de comida en la nevera. Salimos a caminar hacia el sitio donde estarían los autobuses. Dos puertas más allá estaba el muchacho que nos alertó sobre el mensaje de reposición de carrera, que jamás hubiéramos recibido porque habíamos comprado la tarjeta SIM a pocos días de la carrera y no notificamos a la organización del número telefónico asignado. Se despide de nosotros y nos indica que él no saldrá. Le doy las gracias por avisarnos y levantarse a esas horas sólo para despedirnos. Yo, si hubiera tomado la misma determinación que él, estuviera destruido y no quisiera saber más nada del evento. Fueron dos bonitos gestos.

Mientras caminábamos hacia los autobuses, vimos algunos otros corredores pero no era el mismo volumen, ni mucho menos el mismo ánimo, que se apreciaba la tarde anterior para la soñada salida original desde la Place du Triangle de l'Amitié de Chamonix. Nos preguntábamos si el otro venezolano, Richar Belandria, tomaría la partida también. Él se estaba hospedando a unos 20 kilómetros de Chamonix y, por comprar el celular obligatorio tardíamente igual que nosotros, se encontraba incomunicado con la organización. Nosotros tampoco teníamos forma de avisarle. Sólo quedaba esperar que se hubiera enterado de alguna forma u otra.

Los autobuses tomaron lo que parecía una eternidad para salir. El ambiente, no hay que negarlo, era totalmente sombrío. Tratamos de dormir un poquito durante el viaje, que no era tan largo. Había que cruzar el tunel del Mont Blanc desde el lado francés y bajar un poco a Courmayeur, Italia.


(En el bús a Courmayeur. ¿Déjà vu? Jamás nos hubiéramos imaginado este escenario)

La organización habilitó un comedor en el polideportivo de ese pueblo italiano. Bueno, ya estaba habilitado; iba a ser uno de los principales avituallamientos de la UTMB. Sería originalmente el km 78 y el punto en el que recibiríamos las bolsas con material y comida que habíamos entregado previamente. A razón del cambio, ya esas bolsas las recuperamos y estaban en el apartahotel y gran parte de su contenido metido a golpes dentro del morral que utilizaríamos en la reposición de la carrera. Comimos un poco y hasta conseguimos un pequeño rincón para acostarnos, en un espacio que parecía un jardín de infancia. Logramos dormir una media hora más, en el piso y al lado de una mesita Fisher Price y juguetes de Winnie the Pooh.

De ahí caminamos hacia el centro de Courmayeur. Esperamos bajo la sombra casi hasta último momento para entrar con el resto de los corredores porque el sol, prácticamente burlándose de nosotros, estaba ahora bastante fuerte. Había ya mucha gente en la línea de partida. No sabía más o menos cuánta, pero quedamos mucho más atrás que para la partida de la CCC del año pasado. Luego me enteraría que eran aproximadamente unos 1300 corredores nada más. Durante todo este tiempo e incluso durante la misma prueba jamás supe que la organización había limitado el número de participantes. Sé de muchísima gente que optó por no correr, pero hasta ahora no he leído sobre gente que se haya quedado fuera porque la segunda salida estaba full. Había muchos corredores de la TDS, prueba que originalmente iba a ser desde Courmayeur hacia Chamonix pero en el sentido contrario, es decir, sin pasar por Suiza. La salida original de esa carrera era a la medianoche anterior, pero les avisaron que no saldrían y los autobuses serían utilizados para evacuar a la gente que, como nosotros, había sido parada en St. Gervais.


Era nuestra segunda salida en unas 15 horas. Sonaba Vangelis otra vez, pero ninguno de los dos sentía emoción. Es más, yo ya estaba harto de escuchar la misma músiquita una y otra vez. Era como que si me sacaran en cara que no iba a hacer los 166km este año. Vaya iluso; apostaba tanto a esta carrera que hasta que usé las siglas y la fecha de la prueba como nombre del blog como si nada más importara. Nos fuera bien o mal en esta UTMB reanudada, el proyecto quedaría inconcluso.

Efectivamente, hasta ese momento, no sabíamos cómo sería la ruta. Yo juraba que íbamos a hacer la ruta completa de la CCC de 98k, pero conforme avanzábamos nos dimos cuenta que el terreno nos obligaba a andar mientras que el año pasado corrimos un buen trayecto al inicio. Resulta que estábamos haciendo la ruta como hubiera sido en la UTMB al salir de ese pueblo y no como la CCC. Eran menos kilómetros pero prácticamente el mismo desnivel. Sin embargo, desde Bertone en adelante, todo el recorrido sería idéntico.

Se da la salida y corrimos un poco hasta conseguirnos con una gran subida. Ya el asfalto era empinado. Había muchísimo tráfico en la fuerte subida. Nos deteníamos, avanzábamos un poco, pero no se podía pasar. En los primeros kilómetros, Mayde ya me comentaba que le dolía la ingle. Íbamos a un paso bien conservador para ir viendo cómo nos sentíamos. Lo que pasa es que, como ya de por sí somos lentos, ir a un paso suave es ir quedándose cada vez más atrás. En uno de los tantos zigzags de la subida, volteamos y vemos que no hay más de 15 ó 20 corredores detrás de nosotros. ¡Estamos realmente en la cola de la carrera!

Llegamos al Refugio Bertone y nos encargamos del avituallamiento de forma bastante rápida. Salimos hacia Bonatti y pasamos a algunos pocos en el camino. Esta parte del recorrido es preciosa, con el río abajo, el sendero bastante propicio para correr y las Grandes Jorasses a la izquierda.

En el Refugio Bonatti nuevamente entramos y salimos rápidamente. El público en la montaña es verdaderamente genial. Entre "¡Allez!", "¡Bravo!", "¡Forza!" y hasta nuestros nombres (que se ven en los dorsales en letras grandes), seguimos avanzando y mejorando los ánimos.


El recorrido hacia Arnuva es relativamente rápido y nos tomó menos de una hora. Llega un momento, igual que el año pasado, que se pone un grupo de gente atrás pero se niegan a pasar. Corremos por los senderos y bajamos al puesto de control. El señor que venía atrás de Mayde se cae por causa del barrial. Prefiero ir adelante y ver bien el camino que ponerme atrás de otros durante largos ratos sin mediar palabra.

Tomamos un poco de sopa, agarramos cambures y Coca Cola y seguimos. Venía el Gran Col Ferret y el tiempo se estaba poniendo feo. Nos paramos justo al salir del avituallamiento para ponernos las chaquetas y dejar el resto de implementos para el frío a la mano. Cruzamos un puente y comienza una empinada pero corta subida de la que no me acordaba.


Pasamos un pequeño refugio en el que el año pasado casi me meto de cabeza por el calor. Ahora el frío era tal que pasamos de largo. Luego me enteraría que hubo una diferencia en temperatura de casi 30 grados entre un año y otro (aprox. 34 grados durante la subida en '09 y unos 4 grados en la cumbre en '10) y eso que pasamos prácticamente a la misma hora en ambas oportunidades. En la CCC del 2009 me paré al menos una media docena de veces en esta subida y llegué arriba descompensado. Esta vez iba por la revancha. Sólo nos detuvimos una vez y fue para sacar los guantes y el gorro. Mayde aprovecha y saluda a la cámara.


El lodo otra vez se puso intenso conforme uno subía. Había quiénes pasaban como tractores mientras que nosotros nos resbalábamos e íbamos en la dirección que el barro nos lanzara. Finalmente llegamos arriba una media hora más rápido, o menos lento, que el año pasado. Nos recibe el granizo y no hay tiempo para fotos.

Me recordaba que en la bajada hacia La Fouly recuperamos tiempo y posiciones el año pasado. Otro gallo cantaría en esta ocasión. Mayde se sentía forzada con la molestia en la pierna y prácticamente caminábamos en la parte que se podía correr. Vemos unos ciclistas en sentido contrario empujando sus bicicletas llenas de barro. Qué alivio; hay gente más loca que uno.

Nos pasan muchísimos corredores hasta que finalmente comenzamos a trotar vía La Fouly y tocamos algo de concreto y recuperamos un poco. Me preocupa la molestia de Mayde, pero seguimos avanzando.

Llegamos al puesto de La Fouly y tenemos la grata sorpresa de conseguirnos con Josep y Roque, con quienes compartimos la emoción de la salida el día anterior desde Chamonix y la decepción de la suspensión de la carrera en St. Gervais. De hecho, había quedado en conseguirme con ellos a las 10 am del día siguiente, es decir hoy, para conversar sobre otras rutas que posiblemente haríamos cerca de Cataluña. No hubo necesidad de explicarles por qué no fuimos a verlos. Desde acá les mando un gran saludo. Moltes gràciés por tot.


(Junto a Josep en La Fouly. Foto cortesía de Roque.)

Me recordaba muy bien de lo que venía. El pueblito suizo de Praz de Fort, sus casas características y su animada gente. Pasamos una casa de madera que en frente tenía a toda la familia ofreciendo bebidas. Nos brindaron un te caliente que nos revitalizó. Más adelante, me conseguí con estos chamines que nos ofrecían agua. ¡Genial!


De ahí comenzaba el ascenso hacia Champex-Lac. A diferencia del año pasado que pasamos ya anocheciendo, se veía el pueblo a mitad de la subida. Es un ascenso corto pero que el año pasado nos tomó por sorpresa porque apenas se ve en el perfil de la ruta, pero sí requiere de unos cuantos minutos para subirlo.

Teníamos previsto hacer una parada completa en Champex. Aprovechamos y nos sentamos a comer un buen plato de pasta, después fuimos al baño uno por uno y luego aprovechamos para prepararnos bien para el frío.

Venía Bovine. Perdimos muchos puestos y tiempo en la bajada hasta el inicio del ascenso. Nuevamente, alternábamos entre correr un poco y caminar. Las molestias de Mayde no cesaban. Para muchos esta subida con nombre de vaca es posiblemente la más fuerte tanto de la UTMB como de la CCC. El año pasado no nos fue tan mal pero nos desgastamos bastante en el ascenso. Este año toda la subida fue un caudal. Pareciera que un río bajaba justo por el sendero. Subimos bien, dentro nuestras capacidades, y llegamos arriba con buenos ánimos y energía.

De Bovine a Trient, una bajada mucho más técnica que las que habíamos hecho hasta ese momento, Mayde comenzó a moverse mejor. De hecho, a pesar del barro, hicimos unos 6 minutos menos que el año pasado. Las curvas eran interminables en esta bajada. El avituallamiento no fue tan rápido como estaba previsto, pero aprovechamos para comer bien otra vez.

No me acordaba claramente de la subida de Catogne y de su descenso hacia Vallorcine tampoco. Esta subida no tiene nada de particular. El terreno no es excesivamente técnico ni el ascenso demasiado empinado. Sin embargo, no íbamos con el mismo ímpetu que en las anteriores. Es muy probable que hayamos subido un poco mejor que el año pasado, no obstante. Conforme avanzaba, me recordaba del camino y me acordaba que la bajada era relativamente sencilla.

No me equivocaba. Lo que jamás pude prever era que estuviera tan embarrada. Nos caímos varias veces, yo más que Mayde. Nos enterrábamos en el lodo. Bueno, en fin, fue un asunto desgastador e interminable. Me acordaré bien de la bajada de Catogne a Vallorcine ahora y aprendí a no subestimar este tipo de recorrido.

Llegamos a Vallorcine cansados, pero salimos de ahí en apenas 3 minutos. Hasta los momentos no habíamos cometido muchos errores. Pero en una carrera tan larga era difícil no errar y aquí nos pelamos. Salimos sin comer ni beber a afrontar la última gran subida, la Tête aux Vents. El camino hacia la base lo hicimos con bastante calma para conservar energías. Una vez ahí, comenzamos a subir a un paso constante y lo mantuvimos hasta llegar arriba.


(Comienza a salir el sol. Parte del macizo del Mont Blanc visto desde la Tête aux Vents.)

Arriba me empiezo a sentir mal. Estaba tan concentrado en no perder el paso que, de forma poco usual para mí, no comía ni bebía. Llegamos arriba, eso sí, pero yo estaba empeorando rápidamente. Mayde se puso adelante y seguimos avanzando. La bajada no comienza inmediatamente; hay que hacer un poquito de travesía y cruzar unas rocas gigantescas. Comencé a sentir mucho frío y me paro para sacar los guantes. Buscando dentro del morral, me doy cuenta de que ya los tenía puestos. Aprovecho que estoy parado e intento filmar, pero ni siquiera eso lo podía hacer bien, como se ve en el video de abajo.


Mayde me pregunta si estoy bien y, aunque a ella la oigo perfectamente, mi propia voz al responderle suena distante como si fuera otra persona hablando desde unos metros más alla. Tenía varios síntomas de hiponatremia, pero me negaba a aceptar que me fuera dar a mí. Pensaba que no hacía tanto frío y que pronto estaríamos en el avituallamiento de La Flégère. Mayde me da un par de gomitas Cliff y seguimos hasta el puesto de control. Le respondo, no obstante, de forma inusual. Le digo que todo está bien pero que ya como que me hace falta salirme de la montaña. En retrospectiva, me suena raro que yo diga eso.

A paso lento pero constante llegamos al control. Tomo una sopa caliente pero sigue el frío. Juego con el gorro y el Buff y me ajusto la chaqueta hasta que decidimos que lo mejor era seguir andando. Ya faltaba poco para que saliera el sol.

Justo saliendo de este punto hay una pequeña subida. Comienzo a ascender fuertemente y lo único que me pasaba por mi errante mente era que quería sudar. Pensaba que si comenzaba a sudar todo mejoraría, pero realmente lo que necesitaba era restituir electrolitos. No sé si la sopa hizo efecto ni si entrar a un pequeño bosque ayudó o si era que el sol calentaba un poquito más, pero me comencé a sentir mejor. Mayde se había tomado un Ibuprofeno en Vallorcine y las bajadas ya no le afectaban tanto. El descenso no fue rápido pero sí pudimos mantener un trote constante.

Entrando a Chamonix se nos pega atrás un grupo de cuatro alemanes que hace minutos estaban caminando. Les indico que pasen ya que yo quería compartir ese momento con Mayde y no estaba interesado en rematar. Así que nos rebasan pero inmediatamente bajan el paso. Ni modo. Mayde aprovecha para quitarse la chaqueta aunque yo sigo algo friolento. Saca la bandera del morral.

Las calles cercanas a la llegada están levemente menos pobladas que el año anterior, pero hay buen ambiente. Igual, la emoción es grande para nosotros. A veces las cosas no se dan como uno quiere. A veces uno hace todo lo que está a su alcance pero hay circunstancias que están fuera del control de uno. Nos ha pasado con un plan de vida que se nos quedó en el limbo y nos pasaba ahora con los 166 km de la UTMB.

A pesar de todo, es imposible para mí no emocionarme al llegar a Chamonix. Es algo gigantescamente intenso. Esos últimos metros. Esa línea de llegada. Pasa mucho por la mente en esos breves instantes. Parezco un cadáver, lleno de barro y con el cansancio reflejado en el rostro, pero es uno de los momentos en los que más vivo me he sentido.

Mayde a mi lado, como siempre. Fuerte, perseverante y llena de profundas emociones. Me inspira, me motiva y me ayuda a ser mejor persona. Es así tanto en el deporte como en el día a día. Soy tremendamente afortunado.

Cruzamos la meta de este Ultra Trail du Mont Blanc, juntos. ¿Habrá la oportunidad de intentarlo nuevamente? ¿De hacer la totalidad del recorrido? Sinceramente, no lo sé. Me gustaría pensar que sí. Sin embargo, hay muchos planes que hemos venido postergando para poder perseguir este caprichoso sueño y es hora de seguir avanzando. Quedan kilómetros por recorrer y aventuras por vivir y no necesariamente dentro del ámbito deportivo.

Como el bastón que se ve en la foto abajo, el cual funcionó a la perfección, me siento remendado. Como dice Mayde, andamos enguayabados. Hay días que siento que somos finishers y hay días en los que siento que quedó tarea pendiente. Vamos a ver cómo van presentándose las cosas aunque no soy uno de los que cree que el destino se traza solo.


El plan, por los momentos, será seguir activos. La lesión de Mayde no pasó a mayores y yo bajaré el volumen hasta que se desaparezca por completo la fascitis plantar. En enero nos preinscribiremos para la UTMB de 2011. Si no interviene con nuestros proyectos personales desengavetados y si salimos en el sorteo, pues allá estaremos nuevamente y todo el que siga este blog, al cual se le pasó su fecha de vencimiento pero que mantendré vivo y cuyo nombre no pienso cambiar, nuevamente será cómplice.

¡Nos vemos en la montaña!

Félix

viernes, 3 de septiembre de 2010

Ultra Trail du Mont Blanc 2010 (parte I)

Force majeure alegan en Francia mientras que en los países angloparlantes lo llamarían an Act of God. En fin, por causas naturales, se suspendió la carrera con la que veníamos soñando desde hace más de 2 años y por la que tanto habíamos trabajado. Habíamos previsto cualquier cosa, desde una lesión o un corte de tiempo, pero jamás nos cruzó esto por la mente. Un durísimo golpe.

Chamonix, sin duda alguna, es un lugar sin igual. Si bien nos impresionó la primera vez que fuimos, el año pasado para la CCC, pues esta vez nos enamoró aún más. Ver los picos nevados prácticamente en cualquier dirección en la que uno mire no deja ser algo impactante, sea uno caribeño como nosotros u oriundo de otras latitudes con climas distintos al nuestro.


Al salir del apartamento en el que nos quedamos encontramos comercios de ski, mountain bike, montañismo y otras actividades de outdoors. Al cruzar la calle está la estación de la Aguja de Midi, en la cual muchos toman el teleférico para llegar al campamento base del Mont Blanc (4810 m.s.n.m.). Vemos pasar a toda hora a los osados que intentarán coronar la cumbre con toda su indumentaria. Al levantar la vista y mirar al cielo, se ve un montón de parapentes. Por la cuadra opuesta, desde el puente, vemos pasar las balsas cargadas de aventureros haciendo rafting. Los que no están corriendo o buscando el sendero para iniciar su trekking, andan en bici sea de downhill, all mountain o cross-country. Y aquellos, generalmente con pantorrillas bien definidas y cara de preocupación, también identificados por llevar camisas de "Finisher" de cualquier importantísimo ultramaratón, son los valientes ultrarunners que intentarán cualquiera de las cuatro carreras que conforman el magno evento de los ultramaratones de montaña: el Ultra Trail du Mont Blanc.


Es un pequeño mundo donde la aventura, a pesar de tener distintos significados para sus habitantes permanentes o temporales, nos une a todos. Nosotros, con un poco más de grasita corporal que la gran mayoría de nuestros "coterráneos", nos sentimos en casa acá. Nadie se asombra de los kilómetros que has corrido, ni te critican por lo que haces y el tiempo y dinero que le dedicas. Hay un sentimiento de empatía general asombroso. Uno deja de ser aquel loco que corre día y noche y pasa a ser uno más de este impresionante montón.

Este año llovió un par de días antes y el comentario general entre participantes y organización era el mal clima. La "meteo" no era nada favorable. De hecho, el mismo día antes de la carrera, los ultreros recibimos un mensaje en el que la organización nos recomienda que no escatimemos en la vestimenta para el mal tiempo y que esperemos condiciones sumamente duras.


Revisamos los correos, el Facebook y los comentarios en el blog. Recibimos mucho más apoyo de lo que probablemente merecemos unos corredores del montón como nosotros. Definitivamente, tenemos grandes amigos y gente que aunque no conozcamos personalmente, con la mejor de la energía positiva, se toma el tiempo para dedicarnos unas líneas y enviarnos sus buenos deseos. Es algo que nos motiva muchísimo y que tiene un valor gigantesco para nosotros.

Es con esa buena vibra y con el insuperable ambiente del "planeta" Chamonix que finalmente nos sentamos frente a la iglesia que tantas veces hemos visto en videos y nos juntamos con los otros 2500 (?) corredores de casi 60 países distintos a esperar que den la partida. Nos ubicamos justo detrás de unos corredores catalanes quienes ya han terminado esta prueba en años anteriores y que nos tratan como si nos conocieran de toda la vida. Qué bonito. Volveríamos a compartir con Josep y Roque más tarde y en circunstancias que ninguno de los cuatro se hubiera imaginado.


Suena La Conquista del Paraíso de Vangelis y esta vez, finalmente, es para nosotros. No puede ser. Estamos a punto de hacer realidad este sueño. Sale la carrera y caminamos junto con el resto del batallón. Durante varios minutos se hace imposible correr. Compartimos emociones con los corredores que van a nuestro lado y el numeroso público que se interesa por esta prueba.

Corremos un poco por asfalto, tal como se ve en los videos de la carrera, pero prácticamente al tocar la tierrita comienza la lluvia. Como dicen por ahí, guerra avisada no mata soldado. En ese momento, salen los chubasqueros. Vemos a Irene y Miguel, amigos de España, haciendo lo mismo. ¡Cómo hemos entrenado con lluvia este año! Era casi lógico que nos lloviera un poco durante la carrera.

Como a eso de la hora, pasamos por el pueblo de Les Houches. A pesar de la lluvia, el pueblo y la gente muy animados. Corredores van y vienen. Mayde narra los hechos y hasta algunos comentan que han leído el blog, como se ve al final de este video.


En algún momento previo a la carrera llegué a pensar que el hecho de haber ya visitado Chamonix y haber participado en un evento en parte de la ruta pudiera afectar nuestra capacidad de asombro o estropear la experiencia UTMBista. Pero no fue así. ¡Qué emoción!

Comenzamos la subida hacia Le Délevret y nos ubicamos en un pelotón que va a un paso similar al nuestro. Al pasar los albergues en la ruta, el apoyo del público fue espectacular. La lluvia no es fuerte, pero sí constante. Comienza la bajada y realmente es una pesadilla. El barro abunda y terreno que generalmente sería empinado pero poco técnico se vuelve en un tobogán. Caídas por aquí y por allá. Nos deslizamos, corremos de lado, ajustamos la pisada; hacemos todo lo posible por seguir avanzando como se pueda.

En una de esas resbaladas, Mayde hiperextiende la pierna y le comienza un fuerte dolor en la ingle. Unos metros más adelante me deslizo y se parte uno de los bastones Raidlight. ¡Qué desastre! No nos habíamos planteado la carrera así, pero esas mismas condiciones afectaban a todos.


Finalmente, se comienza a oír el pueblo de St. Gervais. Se forma un poco de tráfico en la parte final de la bajada. Comenzaba a pensar que íbamos a tener que forzarnos más en las subidas porque, como los demás, estábamos perdiendo valioso tiempo en los descensos.

Mayde y yo conversamos justo antes de llegar. El plan este año para los avituallamientos era ser lo más eficientes posibles para invertir la menor cantidad de tiempo. Así lo habíamos entrenado y practicado. Buscaríamos algo de comida, llenaríamos los termos y seguiríamos sin invertir más de unos 5 minutos. Faltaba mucha carrera, apenas sería el km 21,3, y mientras más minutos acumuláramos sobre las barreras de tiempo al inicio de la carrera, mejor probabilidad tendríamos de cubrir algún imprevisto ya avanzada la prueba. Nos tomó unas 3 horas y media llegar hasta ese punto.

Cruzamos la alfombra que marcaba el chip y había muchísima gente. Me acuerdo que en la CCC siempre conseguíamos los avituallamientos full, especialmente porque íbamos en la cola de la carrera y teníamos al menos unos mil participantes por delante. Este año, allá en St. Gervais, me impresionó la calma con la que andaba la gente, pero nosotros íbamos a lo nuestro sin importar lo que hicieran los demás.

Mayde agarra una botella de agua para llenar la bolsa de hidratación. Yo busco, entre el gentío, un par de platos de sopa. Conseguimos un rinconcito aparte de todo el mundo y nos ponemos a hacer lo que habíamos conversado. Luego de comer, saco el teipe de plomo para intentar reparar el bastón roto. Echo un vistazo y le comento a Mayde que posiblemente haya mucha gente que se estuviera retirando. Las condiciones hasta ahí estaban feas, pero no era para tanto.

Suena el altavoz en francés y no creo lo que oigo. ¿Será que mi limitadísimo manejo del francés es tan precario que estoy entendiendo lo que no es? Luego, sale una voz en inglés que dice: "The race is over". Tratando de entender, le digo a Mayde que se acabó la carrera pero no sé por qué.

Le pregunto a un español que anda con su familia y nos explica que hubo un deslizamiento de tierra en el Col de la Seigne, kilómetro 60, que ya nos habían advertido que era un paso delicado y en el que generalmente las condiciones climatológicas son fuertes. Dice que hay vientos de 80 kph en esa zona aunque me ha podido decir cualquier cifra y seguiría sin entender.


Había quienes estaban en estado de shock y no sabían cómo reaccionar, como yo. Otros estaban desconsolados, como Mayde. Muchos simplemente resignados. ¡Era una verdadera tragedia! Tanto esfuerzo e inversión de tiempo y dinero, tanto sacrificio y, ahora, la carrera de nuestros sueños se esfumaba por el motivo menos esperado. Se nos salían las lágrimas.

Los otros corredores que sabían que veníamos desde Venezuela para la carrera nos brindaron mucho apoyo. Nosotros no tenemos este tipo de carreras en nuestro país ni mucho menos carreras clasificatorias. Ni hablar del esfuerzo económico que representa para alguien que vive en las condiciones y con las limitaciones que tenemos en nuestro país.

Conversamos un rato con otros corredores que también estaban desconcertados. Nos conseguimos a Josep y Roque, los amigos que hicimos minutos antes de la salida, quienes prácticamente nos adoptaron desde ese momento en adelante. Me imagino que era tan notorio lo destruidos que estábamos que ellos tuvieron el bonito gesto de invitarnos a unirnos a su grupo para el regreso a Chamonix. De verdad que nos levantaron los ánimos y hasta me dieron datos sobre otras opciones de carreras que pudiéramos hacer durante el resto de nuestra estadía por estos lares.


(Al mal tiempo, buena cara, literalmente. Foto cortesía de Roque, vía Josep Dulcet)

La organización dispuso del tranvía de esa población para trasladarnos hasta la parte central del pueblo. Otros bajaron en autobús y algunos a pie. De ahí, se movilizó el tren para devolvernos a Chamonix. Nos tomó unas cuatro horas regresar.


(En el tranvía para el centro de St Gervais, para luego tomar el tren a Chamonix. Foto cortesía de Roque, vía Josep Dulcet)

Decidimos retirar de una vez las bolsas con material que inicialmente irían a Courmayeur. De ahí, nos enteramos que la organización había habilitado el comedor. Mayde no quería caminar mucho porque el dolor en la ingle estaba empeorando ahora que se enfriaba. En el comedor, conocimos a unos muchachos que venían de aún más lejos, desde Paraguay. Más tarde, llegaron nuestros apreciados amigos Lidia y Samy, con quienes coincidimos en la TransGranCanaria el año pasado y cuyas aventuras seguimos siempre por la bloguesfera.

Después de comer con ellos y tomarnos un par de cervecitas, además de esperar que cesara la lluvia, nos fuimos cabizbajos en dirección al apartamento. Yo ya lo tenía claro: en una semana haríamos la ruta de Cavalls del Vent en los Pirineos porque más o menos nos cuadraban las fechas. Mayde no se quería conformar con otra cosa. Ella había venido a terminar la UTMB y no quería saber nada más.

Eran pasadas las 3 a.m. y entramos al edificio. Nuestro apartamento era el tercero a la izquierda después de la puerta principal. Apenas pasamos la entrada central vimos a un muchacho con pinta de corredor, pero ya con ropa limpia mientras que nosotros todavía teníamos los trapos mojados y embarrados por las numerosas caídas. Primera vez en todos los días que llevábamos ahí que lo veíamos. Me pregunta si hablaba francés. Le dije que casi nada. Me pareció comprenderle que la carrera sería reanudada pero desde Courmayeur, Italia, y que se haría el trayecto de la CCC, es decir, el mismo que hicimos el año pasado y que iba a ser la parte final de la ruta completa de la UTMB. Me mostró un mensaje de texto en francés que le llegó a su teléfono. Efectivamente, los autobuses saldrían para Italia en unas tres horas.

Él no se sentía entusiasmado pero yo estaba que daba brincos. A Mayde tampoco parecía llamarle mucho la atención el asunto. Ella realmente estaba afectada por los sucesos. Entramos al apartamento e ilusamente colgamos la ropa de carrera para ver si se secaba un poco. Me puse a tratar de parapetear mejor el bastón que había roto bajando a St. Gervais; el tape de plomo lo arregla todo. Recibo llamadas de Jesús Hullett (si alguien en Venezuela sabe lo que significa la UTMB es él, finisher en 2009) y de Luís Pinto, quien también nos levanta el ánimo.

No quise pensar más. Estábamos aquí y habíamos entrenado. Si hubo fallas en la organización o no, ya no me importaba. Tampoco tenía mucha relevancia que estuviéramos cansados, sin dormir y desmotivados. La naturaleza nos había hecho una de las suyas, pero se nos abría otra oportunidad, que por nuestras latitudes simplemente no existe a este nivel, de hacer un recorrido fenomenal. Ya no serían los 166 kilómetros con los que tanto habíamos soñado y por los que tanto habíamos sacrificado, pero tendríamos el chance nuevamente de ser "finishers" en una distancia de ultrafondo en los Alpes y no lo íbamos a desperdiciar.

Continúa...