miércoles, 17 de febrero de 2010

¡Llano más!

En estos Carnavales nos fuimos a los Llanos venezolanos, específicamente al estado Guárico. Aunque la palabra "llano", para un montañista o trail runner, en principio no connote nada precisamente interesante, este viaje fue de antología.
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(No es un cuadro de Millet sino una foto tomada por Mayde)

Para llegar a nuestro destino tuvimos que rodar largas horas en carro. El paisaje en la vía mostraba lo dura que ha sido la sequía: hectárea trás hectárea quemada. Hicimos un par de paradas en el camino para comer arepas de queso telita y beber jugo de mandarina.

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(Colombiano era el carrito y su operador, pero el sabor era de mandarinas llaneras de las buenas. Me acuerdo de aquellos tiempos en que los hermanos de Colombia se venían a nuestro país a buscar mejor suerte y, ahora, me quito el sombrero con lo que han logrado hacer con su país. Parafraseando la cuña turística de nuestros vecinos: El único riesgo actual en Colombia es que quieras quedarte. De este lado de la frontera, lamentablemente, los riesgos son innumerables)

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El plan era combinar unos días de esparcimiento, conocer una zona del país que visitábamos Mayde y yo por primera vez y, en lo que atañe al blog, hacer un par de largos.
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(Luego de unas 10 horas de carretera, llegamos a nuestro destino: Los Diablitos)

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Pensaba hacer unos 50 km entre las dos trotadas y, aunque al final sólo salieron unos 42 km en total, fueron largos que vienen bien a estas alturas del plan de entrenamiento y son cónsonos con el objetivo de esta fase. A inicios de la semana, Mayde había recibido tratamiento de ondas de choque para su fascitis plantar y, luego de correr unos 10km entre semana sin mayor novedad, optó por ver cómo le iba ahora.

Para la primera salida, planeamos hacer 30km, arrancando desde nuestro campamento y siguiendo el rumbo hacia la vía principal hasta que el Garmin marcará los 15 kilómetros y ahí dar media vuelta.

Éramos cinco personas: Mayde, quien correría hasta que el dolor en el pie se hiciera presente; Ligiana, a quien sonsacamos para que cubriera la distancia de media maratón y así hiciera su trotada más larga; Rómulo, quien terminaría haciendo un duatlón; Romulín, quien fungiría de equipo de apoyo; y yo, que corrí hasta decir "llano más".

La principal preocupación era el calor, así que salimos a pocos minutos después de las 6 am. Con tan solo dar un par de zancadas ya sabía que iba a ser una jornada larga y con horas extras incluidas. El terreno en esta sección era suave y arenoso y se nos hacía difícil mantener un buen paso sin tener que esforzarnos más de lo debido. A los 500 metros ya estábamos sudando a cántaros y apenas se medio asomaba el sol.

Llevábamos poco más de un kilómetro cuando escuchamos un ruido entre los matorrales. Nos salió a saludar un oso hormiguero y hasta posó amablemente para una foto.


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Las aves abundaban; vimos desde pericos y loros hasta gavilanes y garzas, pero nosotros no éramos los únicos corriendo ni mucho menos los más rápidos.


(Los velocistas de Parmana)

Decidimos caminar un minuto cada 5 kilómetros para poder rendir un poco mejor a la larga. Los parciales eran la última preocupación. Así, entonces, llegamos al quinto mil y cruzamos un pequeño puente.

Al llegar a los diez kilómetros y medio, tal como tenía previsto, Ligi se devuelve mientras que los demás seguimos unos 5k más antes de dar la media vuelta. No eran las 8 am y ya el calor era sofocante.


(Esta foto la tomó, Romulín, el finisher más joven de la carrera EcoRace)

La fascitis de Mayde comenzaba nuevamente a causarle molestias y optó, sabiamente, por pararse a los 20 km. Con ella, bajo la sombra de un árbol, se quedó Romulín mientras que su homónimo hermano mayor (como los Félix I-III, ellos también son tres Rómulos) se montaba en una bici que le quedaba un par de tallas pequeña y rodaba los 10k finales para buscar el carro y hacer la repatriación.


A mí, no me quedaba otra que seguir corriendo y achicharrándome. Mantuve el mismo paso con el que veníamos y en el kilómetro 23,5 me enrumbo, casi aliviado, hacia una finca. Lamentablemente, era el terreno equivocado. Sigo corriendo y comienzo a rastrear y seguir las huellas de la bicicleta. Hasta los momentos no hemos visto ni un solo vehículo pasar por la vía. Esta vez sí tomo el cruce correcto y a los pocos minutos estoy pasando el puente otra vez. Ya sólo faltan 5 km. Calculo que con este calor y con el terreno tan denso, me tomaría más de media hora. Al marcar el kilómetro 26, me pasa una moto con un par de lugareños, quienes me miran como si fuera un extraterrestre. A partir de ese momento, no logro distinguir entre las huellas de la bici y las de la moto. Sabía que después del kilómetro 27,5 iba a ser necesario verlas porque venían varios cruces claves que no estaban señalizados y, sin puntos de referencia, iba a estar perdido en esa inmensidad invariable del llano.

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Afortunadamente, faltando pocos metros para iniciar el laberinto, aparece Rómulo con el carro. Le digo que voy a intentar seguir y me recuerda que hay muchos cruces engañosos y que me va a ser difícil conseguir el campamento y especialmente en el estado en el que me encontraba. Testarudo como siempre, le comento que igual iba a intentarlo. Sin embargo, la testarudez se desvaneció inmediatamente al informarme que tenía una cava con algunas cervecitas bien frías. No lo pensé mucho. En fin, salieron 27 km en total y, bueno, terminé uniéndome al equipo de búsqueda, rescate y cebada.

A la mañana siguiente, Mayde optó por descansar su pie y Ligi se vendría de equipo de apoyo en la bici. El día iba a estar lleno de paseos después del entrenamiento así que nuevamente tratamos de salir a correr justo con el amanecer.
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Arrancamos a un paso cómodo y con buenas sensaciones, ya sabiendo lo duro que es correr por estos lares. La ruta iba a ser parecida a la anterior en los primeros 6k y luego trataríamos de llegar a un sitio donde estarían ordeñando las vacas, con la excusa de tomarnos una leche chocolateada llanera. El ritmo mejoraba con cada kilómetro hasta que alcanzamos más o menos el kilómetro 12. Ahí nos metimos por caminos del ganado hasta que la vía desapareció, cruzamos un río seco y terminamos nuevamente en nuestro campamento y no necesariamente con las vacas. Seguimos corriendo hasta el Moriche Solo para refrescarnos. Al fin, nos salieron casi 16k en esta segunda salida.


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(Nuestro pequeño oasis: El Moriche Solo)

El resto del paseo nada tuvo que ver con entrenamiento y mucho con diversión. Hicimos parrilla, fuimos a las orillas del Río Orinoco, vimos cielos despejados y visitamos otros fabulosos rincones de esta región. Fue un viaje de esos inolvidables y altamente repetibles. Y los kilómetros que corrimos, aunque muy distintos a los que encararemos en el Mont Blanc, nos servirán de mucho cuando en esa prueba haya que recurrir a las experiencias previamente vividas para agarrar fuerzas.
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Félix

6 comentarios:

Gersi Tarazona dijo...

¡Que buen recorrido pana!, nada como andar por parajes poco conocidos y que sirvan para el entrenamiento mental que tanto hace falta. La primera ves que hice un viaje largo en bici fue a los llanos junto a un amigo que tiene un fundo via Achaguas, nos echamos 3 dias 400km desde cagua , calor infernal,cansancio para repartir,grandes recuerdos y una merecida llegada mas por el "dicho que al inocente lo protege Dios" que por las buenas condiciones fisicas,pero definitivamente valio la pena. Continuen con buen pie hacia el UTMB2010, que se mejore Mayde.
Allez Allez.

Ultrafondón dijo...

Que alegría ese calorcito Félix. Tú te quejarás pero aquí llevamos meses y meses sin para de llover, nevar y hacer frío. Jamás en mi vida había visto algo igual. Así que te lo cambio sin verlo.
Sobre lo que dices, que esos kms. servirán en el Mont Blanc, solo te digo que, no tengas ninguna duda, todo suma.
Courage, Courage

Félix dijo...

Gersi: Fue un placer correr contigo o, mejor dicho, detrás de ti el viernes. Ya sabes, queda abierta la invitación para entrenar cualquier fin de semana de estos. Yo siempre tengo algo previsto por ahí.

Emilio: Es verdad. Todo suma. Hasta el calor. ¡Me acuerdo que en el ascendo al Grand Col de Ferret fue el calor el que inesperadamente me fundió!

mayayo dijo...

Largos entrenos en terreno llano y con calor...gran entrenamiento para el Maratón de Sables!
Ah! Perdon, que vais a una carrera con salvajes desniveles y riesgo de frío extremo, jaja.
en fin, el caso es disfrutar del camino, eso seguro.

Gracias mil por la info de la Trans. Parece q las lluvias han dejado la traza epica, pero Aresta no informa de nada.. :-(

Félix dijo...

Mayayo: Ya vendrán los entrenamientos específicos para la UTMB. Por los momentos, los kilómetricos que se hagan de base valen y, como dices, se disfrutan. ¡Y en semana santa, nos vamos para mi queridísima Mérida!

La organización de la TGC no le llega cerca a la de los Poletti, eso hay que tenerlo claro, pero la primera no deja de ser una bonita carrera a mi parecer. Saludos y mucha suerte en la Sur-Norte.

Gunther Stuart dijo...

Que tal Félix, me imagino el calor, si aqui en Caracas a las 8 de la mañana ya estás botando compresión, me imagino en los llanos, aunque la aventura y la experiencia merecen la pena, algún día los acompañaré, suerte y sigan así