Avila Skyrace 27 km

Me salté una semana de actualizaciones en el blog por diversos motivos. Entre ellos, está el hecho de que quería retomar los cuentos con un relato mucho más cónsono con el tono con el que se inició el blog hace poco más de un año.

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Recientemente pareciera que escribo principalmente para quejarme de alguna dolencia o circunstancia. Sin embargo, pienso que esta crónica de nuestro viaje hacia el UTMB de 2010 debe ser, ante todo, fiel a las experiencias por las que pasamos. Sean positivas, negativas o claroscuras, siempre nos debería quedar algún tipo de aprendizaje de ellas.

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Por ello, reservaba esta entrada para la primera válida internacional de Sky Race celebrada en nuestro país...¡en nuestro queridísimo Ávila!

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El evento, según tengo entendido, fue un reto desde el punto de vista de la organización por falta inicial de apoyo institucional y patrocinantes. Pero fueron obstáculos superados. Nos visitaron corredores de España, Costa Rica, Francia y México, además de casi todos los mejores exponentes de la disciplina en en país.

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Como dice, de forma muy precisa, la infografía de la carrera que publicó El Universal, fue "Una competencia de altura". La ruta estuvo excelente, el clima fenomenal y el ambiente insuperable.

A las 7 a.m. salimos unos 250 corredores a recorrer los senderos del gran cerro de la capital y pasar por tres de sus principales picos: Oriental, Occidental y Ávila (Humboldt).

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Nuestra meta era hacer el último largo previo al taper y, si estaba a nuestro alcance, buscar un tiempo entre 6:30 y 6:45, sin exigirnos al máximo, además era una buena oportunidad para poner en prueba parte del material que usaríamos en la CCC a fin de mes.

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(Risas nerviosas con Pedro Rodeiro antes de salida.)

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La salida fue bien controlada para nosotros, nos ubicamos en la fila india y poco a poco avanzamos. Me doy un pequeño tropezón con una leve torcedura de tobillo a apenas 7 minutos de carrera. Me reí y pensé "qué bueno que ya salí de eso temprano". Me pasan unos 6 corredores y se colocan entre Mayde y yo. Voy recuperando puestos y llegamos a una parte un poco más ancha y levemente en bajada. Juntos otra vez, aprovecho para soltar los frenos un poco. Bajo el paso unos minutos después cuando no veo a Mayde atrás. Pregunto a algunos conocidos, pero no la han visto. Pasan unos 12-15 corredores antes de que la vuelva a ver. Me dice que se ha torcido el tobillo, pero como ya eso es tan común para ambos, no le doy gran importancia. Seguimos subiendo a un paso constante.

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(Vía la Cruz de los Palmeros)

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Llegamos al cruce clave para iniciar la subida más emblemática de la carrera, vía la Cruz de los Palmeros y el Pico Oriental, con unos 10 minutos de ventaja sobre nuestro parcial promedio de entrenamiento. Le dicen a Mayde que va de 25 entre las mujeres. Luego, en menos de 25 minutos de subida, ya andaba en el puesto 20, pero le fastidiaba el tobillo para impulsarse y apoyar bien durante este duro ascenso. Terminamos bajando el paso un poco y nos alcanza Sonia, una amiga a quien habíamos pasado al inicio de la subida. Ascendemos juntos, pasamos la Cruz de los Palmeros y nos enrumbamos hacia el Pico Oriental.

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(Atrás quedan las nubes que cubrían la caótica ciudad.)

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A Sonia le dan calambres, pero nos dice que sigamos. Justo antes de la bajada nos alcanza, nos pasa y no la volvemos a ver más. Comenzamos la bajada y, a pocos metros, Mayde me dice que se va a tener que retirar en el asiento de la Silla. El dolor en el tobillo es demasiado intenso. Hacemos esta bajada sumamente lento, caminando los trayectos más técnicos. Nos toma casi 10 minutos más que nuestro tiempo más conservador en entrenamiento. Yo no sabía qué pensar. En los entrenamientos Mayde ha estado bastante cuidadosa en las bajadas, pero el ritmo ahora era realmente lento. Al llegar a la Silla, me volteo para preguntarle qué quería hacer, pero antes de que pudiera pronunciar palabra alguna, me dijo que siguieramos en la ruta. Luego, me confesaría que bajar por la Silla nos tomaría aproximadamente 1,5 horas y hacer el resto de la ruta nos llevaría, en condiciones normales, unas 2,5 horas. Pues, el día de hoy, nos llevó más de 3,5 horas.

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Avanzábamos a paso lento. En la larga bajada del Humboldt al Cortafuego, me desesperé un poco y le pedí que aumentara el paso. Más vale que no; estuvimos cerca de tener un conflicto matrimonial, je je. Yo no entendía en ese momento la seriedad de su condición.

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Terminamos la carrera en aproximadamente 7,5 horas. Al reponernos un poco, fuimos donde los paramédicos en el área de llegada. Al sólo quitarse el zapato, se le inflamó tremendamente el área, como si alguien soplara un globo. El hematoma era extenso y evidente. Luego de unos primeros auxilios, nos fuimos.

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(Buena atención nos prestaron los paramédicos en la llegada).

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En la tarde, tomamos los rayos X y alquilamos muletas, casualmente en el mismo sitio donde hace unas semanas yo solicité esos servicios por la fractura en mi pie. Nos dicen, sin que sea un diagnóstico médico, que es un esguince de segundo grado. Mañana nuestra fisiatra de confianza, a quien hemos visto con excesiva frecuencia últimamente, nos dará su opinión. Ya el entrenamiento, desde el punto de vista cardiovascular, está hecho. No se logró cumplir con el ambicioso, pero manejable, plan que establecí inicialmente, pero sí logramos hacer varios largos de calidad. Ahora nos toca intentar llegar a Chamonix lo más enteros posibles.

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Félix