El entrenamiento de este fin de semana se inició el viernes en la noche otra vez. Pero esta vez no fue que subimos al cerro a esas horas, sino que fuimos a una función de la academia Musherrah, organizada y coreografiada por Mariana, http://marianabellydancer.blogspot.com/
Lo digo porque estuvimos al menos los primeros 10k de los 25k que corrimos hablando del show. Y todos los comentarios fueron buenos, salvo por el de la abuelita semidesnuda, pero hasta ese se tornó en un comentario positivo en el que alabamos su...(pudiera decir "firmeza" pero no tiene mucha cabida contextual esa palabra)...su gallardía y espíritu. Sin embargo, las escenas o actos fueron cada vez mejorando, así como el corredor que logra un negative split durante una carrera y termina rematando con una fuerza descomunal.
Así comienza el cuento.
El sábado, entonces, subimos Rómulo, quien ya se encuentra bajando el volumen para ir al Ecomotion en Brasil a fin de mes con todos los hierros; Argenis, quien correrá sus primeros 42k en Nueva York en un par de semanas; el otro pana (cuyo nombre no recuerdo), quien viaja este fin a Washington para correr por segunda vez el Marine Corps. Marathon; Mayde y yo, quienes hicimos nuestro último largo para el 1/2 maratón que vamos a correr en Palm Harbor el 2 de noviembre. Los largos se pasan rápido cuando hay buena compañía. En esta oportunidad y por mera casualidad, estabamos los 5 vestidos de azul.
Antes del amanecer del domingo seguí trabajando, tratando de terminar un ultramaratón de trabajo con fecha de entrega ya vencida. Salió el sol y seguía dándole al teclado. Hasta que despertó Mayde y decidimos salir, un par de horas más tarde de lo normal. La idea era hacer otro largo en el cerro, buscando altura y con la menor cantidad de partes para trotar. Pensabamos ir a Lagunazo vía El Occidental o algo por el estilo, unas buenas 4 ó 5 horas.
Lo digo porque estuvimos al menos los primeros 10k de los 25k que corrimos hablando del show. Y todos los comentarios fueron buenos, salvo por el de la abuelita semidesnuda, pero hasta ese se tornó en un comentario positivo en el que alabamos su...(pudiera decir "firmeza" pero no tiene mucha cabida contextual esa palabra)...su gallardía y espíritu. Sin embargo, las escenas o actos fueron cada vez mejorando, así como el corredor que logra un negative split durante una carrera y termina rematando con una fuerza descomunal.
Así comienza el cuento.
El sábado, entonces, subimos Rómulo, quien ya se encuentra bajando el volumen para ir al Ecomotion en Brasil a fin de mes con todos los hierros; Argenis, quien correrá sus primeros 42k en Nueva York en un par de semanas; el otro pana (cuyo nombre no recuerdo), quien viaja este fin a Washington para correr por segunda vez el Marine Corps. Marathon; Mayde y yo, quienes hicimos nuestro último largo para el 1/2 maratón que vamos a correr en Palm Harbor el 2 de noviembre. Los largos se pasan rápido cuando hay buena compañía. En esta oportunidad y por mera casualidad, estabamos los 5 vestidos de azul.
Antes del amanecer del domingo seguí trabajando, tratando de terminar un ultramaratón de trabajo con fecha de entrega ya vencida. Salió el sol y seguía dándole al teclado. Hasta que despertó Mayde y decidimos salir, un par de horas más tarde de lo normal. La idea era hacer otro largo en el cerro, buscando altura y con la menor cantidad de partes para trotar. Pensabamos ir a Lagunazo vía El Occidental o algo por el estilo, unas buenas 4 ó 5 horas.
Lo malo de cambiar la rutina es que pueden surgir situaciones inesperadas. Teníamos que cruzar en carro hacia la Cota Mil para estacionar cerca de alguna entrada de El Ávila, pero se celebraba la carrera Locatel de 12,5k y tenían las calles cerradas, una cola enorme un domingo en la mañana (esta vez estaba yo del lado opuesto). Optamos por salirnos del tráfico y dejar el carro en Parque del Este ya que ibamos a bajar después de la 1pm y ya la Cota Mil iba a estar abierta al tránsito. Resulta que había otra cola más, gigantesca, para entrar al Parque. Esperamos un rato futilmente y nuevamente nos salimos del tráfico. Terminamos dejando el carro a unos 40 minutos del cerro y probando por otra ruta.
(Vista de la zona denominada El Paraíso desde la subida de Cachimbo)
Después de tantas vueltas, tanto en carro como a pie, comenzamos a subir por Sebucán (Cachimbo). Las piernas estaban un poco tocadas del día anterior y los ánimos no estaban de lo mejor. Llegamos a la Piedra del Indio, comimos un poco y decidimos regresarmos por el mismo sitio ya que la otra opción en cuanto a rutas tenía muchísima bajada y nos iba a tomar mínimo un par de horas más. Esta zona que habíamos visitado en agosto sigue en recuperación de un incendio que, por sus carácterísticas, pareciera provocado. En fin, no se supo más nada de eso en las noticias. Ya se ve la lucha de la naturaleza por surgir nuevamente y se aprecian matices de verde entre lo negro quemado.
(Life > Death)
No hicimos la ruta que queríamos ni la pasamos tan bien como se acostumbra en la montaña. Luego, una vez frente a la máquina, retomando el trabajón inconcluso, me recordé de aquel cliché que en sus diferentes versiones dice algo así: cualquier día en el cerro es mejor que cualquier día en el trabajo.
Félix
No hay comentarios:
Publicar un comentario