domingo, 22 de febrero de 2009

Viajando...



Un par de entrenos este fin de semana y listos para el asunto.



El sábado salimos desde Sabas Nieves hacia el cruce de Pajaritos, ida por vuelta y hoy domingo, en el Cortafuego, nos despedimos de El Ávila. Buenas sensaciones en general, a pesar de un taper que pudiera casi catalogarse como desentrenamiento.
En la noche salimos para Madrid y de ahí a Gran Canaria.

Las preocupaciones son un poco distintas a cuándo iniciamos este reto. En aquel entonces era la distancia la que daba miedo y las lesiones las que impedían un alto volumen en la preparación, pero aunque no dejamos de respetar la primera en ningún momento y los malestares han disminuido bastante, son ahora dos factores distintos los que nos crean mayor incertidumbre: el frío y las puertas de cierre.

Con respecto al primero, no hay mucho que hacer aparte de ir preparados con el equipamento adecuado pues ya no queda de nosotros. En cuanto al segundo, vamos a ver cómo se nos va dando el asunto. La estrategia será ir al paso que practicamos tantas veces en los largos hasta la Presa de Ayagaures y de ahí evaluar si hay que apretar un poco o seguimos en lo nuestro. Creo que a partir de ese punto se pone vertical y bueno el asunto.

Me llevo en el kit de primeros auxilios todos esos buenos entrenos en nuestro querido cerro que ha preparado a tantos, desde modestos aficionados como nosotros hasta aventureros que han coronado El Everest, además de los buenos deseos (y algunas dudas motivantes) de amigos, familia y compañeros.
Pronto echaré el cuento por esta vía...

Félix

domingo, 15 de febrero de 2009

The Night People III ¿Persecución nocturna?

A eso de las 9pm del viernes, casualmente el día 13 del mes, nos reunimos Mayde; Michael, quien también es nuevo en esto pero bajó en buenas condiciones las 3:30 en el Hebraica; Jesús Hulett y yo.

(Michael, Jesús y Mayde)

Nos planteamos correr un Cortafuego y, posiblemente, descender hacia las quebradas para probar los frontales en plena oscuridad. El día había amanecido bastante nublado, y así se mantuvo, incluso con algunas lluvias cercanas al medio día.

Arrancamos por la subida de San Bernardino vía el Cortafuego a un paso bastante cómodo. Ese era el plan. Como a los 5 minutos nos percatamos de unas luces unas curvas más abajo. Pensamos que pudiera ser la policía o guardia nacional. En épocas de procesos electorales siempre hay bastante tensión en la calle y en el pasado hemos visto a las autoridades inspeccionando este sector de la montaña.



Seguimos el rumbo y comenzamos a correr, una vez finalizado el ascenso. Adentrados ya en el Cortafuego, que por cierto estaba embarradísimo por efecto de las lluvias, comenzamos a ver las luces nuevamente. Calculé que eran unas 4 ó 5 motos.

Lamentablemente, en nuestro país ya no se sabe si se le debe tener más miedo a los malandros o a los policías y, en efecto, muchas veces las diferencias entre estos no se aprecian con claridad.

Optamos por apagar las linternas en los zig-zags de la ruta donde quedaríamos expuestos a ser vistos. Me parecía que si la idea era alcanzarnos, ya lo hubieran hecho. Por otro lado, pensaba que el barro en la ruta se lo dificultaba o que, por suerte, todavía no nos habían visto.

Al salir del último bosquesito, a un kilómetro aproximadamente del puesto de guardaparques Chacaíto, apreciamos nuevamente a ese grupo a la distancia. Ya los teníamos prácticamente tres curvas más atrás. Aumentamos un poco el paso hasta llegar al P.G.P. Al pasar por ahí despertamos sin querer a todos los perros del guardaparques, quienes procedían a delatar nuestra presencia.

Decidimos bajar hacia quebrada Chacaito y sabíamos que las motos no iban a poder pasar por este angosto y técnico tramo, mucho menos con tanta oscuridad, barro y rocas mojadas.

Una vez abajo, analizábamos nuestras opciones:

A) Nos regresamos por el mismo sitio y vemos si todavía, quienes fueran, andaban por ahí.

B) Seguíamos vía Sabas Nieves, a una hora más o menos de distancia, y luego tomabamos un taxi hasta el otro lado de la ciudad donde estaban los carros.
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C) Subíamos nuevamente, pero al pasar el P.G.P, nos desviábamos hacia Matamoros y evitábamos todo el Cortafuego, una opción que nos iba a tomar como 2 horas más.

En la casa, mientras preparaba los materiales para esta sesión, opté por no llevar el morral de Mayde y dejar algunas de las cosas con las que normalmente entrenamos y pensamos usar en la Transgrancanaria en caso de la nada irreal posibilidad de que nos roben. Es una especie de paranoia justificada. No hay que olvidar que durante los entrenos hemos encontrado las signos de un robo, una cartera vacía y con su contenido no valioso (para quien indebidamente la tomó) regado por el sendero, además del cadáver abaleado que descubrimos meses atrás en la entrada del Cortafuego, ambos hechos narrados por aquí. http://utmb2010.blogspot.com/2008/11/el-muerto-los-obstculos-y-el-mal-vestir.html

Abajo, comimos algo y tomamos fotos mientras dejábamos pasar un tiempo y pensábamos en nuestras limitadas opciones.

(Risas algo nerviosas)

(Jesús en Quebrada Chacaíto)


En nuestro propio proceso comicial, nos inclinamos por la opción "A". Así que agarramos nuevamente hacia arriba, hasta llegar a una curva antes de la casa del guardaparques. Jesús se adelantó y se asomó. Nos dijo que había varias motos con gente vestida de civil. ¿Pero qué harían ahí en frente del puesto unos civiles?

Michael se asomó también, pero siguió caminando directo hacia ellos. No nos quedó otra que ir en esa misma dirección. Nuestra primera imagen fue la de un motorizado oliéndo el CamelBak del pana, cosa que causó tanto gracia como sorpresa.

Resulta que los personajes que habían hecho tan distinta y emocionante nuestra aventura eran funcionarios de Inparques. Aparentemente, nunca nos vieron. Andábamos todos indocumentados, así que tomaron nuestros datos, nos dijeron que estaba prohibido subir al Ávila a esas horas (mientras el guardaparques a sus espaldas los desmentía), y nos dejaron ir.


Recorrimos nuevamente el Cortafuego en sentido contrario y bajamos hasta nuestros carros, satisfechos de cumplir con un entreno nocturno de unos 15km y casi 1000 metros de desnivel positivo, muertos de la risa por una experiencia tan absurda y, en mi caso, un poco triste de vivir en un país donde siempre hay tanta tensión y donde se debe presumir siempre lo peor.

Nos despedimos de los muchachos y fuimos a buscar comida inmediatamente.

Todavía algo sudados y con barro hasta las rodillas, nos agarró la medianoche en una arepera cualquiera.

"Feliz día de los enamorados".

"Igualmente".

Félix

jueves, 12 de febrero de 2009

TransTaper, Resumen del Entrenamiento y Obituario

Ya algo mejor anímicamente del carajazo emocional que me llevé en la carrera Hebraica, he planificado mejor las tres semanas de taper. Es la hora de recuperarse y asimilar el entrenamiento, pero siempre pendiente de no desentrenarse, pues no estamos descansando ni es hora de bajar la guardia. Suele haber confusión en este punto. Un buen taper te debe dejar fuerte, con piernas frescas, y preparado psicológicamente para el reto que te hubieras planteado.




Lo más difícil en este instante, aunque suene contradictorio, es bajar la carga. Por la experiencia que tuve en el Hebraica, pudiera pensar que me faltan condiciones o que de repente no entrené lo suficiente y deba aprovechar hasta último momento. Pero sé que no es el caso. He corrido hasta donde las lesiones y la inexperiencia en los ultratrails me lo han permitido y he entrenado ardua y conscienzudamente.



Se puede decir que arranqué, junto con Mayde, el entrenamiento para un ultramaratón a mediados de septiembre, el fin de semana que me dieron de alta en MetasSports por la lesión en el área de los aductores y abdominales. Inicialmente, entrenabamos para la Bogong to Hotham de 64km en Australia. Conforme pasaba el tiempo, nuestra visa australiana no terminaba de llegar. Tuvimos que borrarla de nuestro calendario. Seguí con la fase base para buscar el fondo que sentía que había perdido con el tiempo que estuve de baja.




Fuimos aumentando distancia y nuestros largos ya eran de 25km en promedio. Nos tomó poco más de dos meses para llegar a los "sandwiches", es decir, a los largos tanto sábado como domingo. Comenzamos corriendo una media maratón, generalmente en el Cortafuego, ambos días. Luego, en diciembre, aumentamos con un par de "Goofies", un maratón el sábado y una media el domingo. Ahí estabamos enfocados ya no en la carrera australiana, pues sin visa no hay caso, sino en la Rocky Raccoon que era de 160km en 30 horas, pero principalmente en bosques con poco desnivel. Luego nos enteramos que la UTMB le había retirado los puntos clasificatorios que le atribuía y descartamos la carrera del mapache rocoso.

Para finales de diciembre e inicios de enero teníamos previsto modificar los sandwiches y cambiar uno de esos largos por un entreno principalmente en montaña. Ahora nos proponíamos la Transgrancanaria Sur-Norte de 92km. Nos logramos inscribir con las justas.

Arrancamos esta fase fuerte en Mérida. Llegamos a pasar más de 10 horas en montaña en una ocasión, aunque varias salidas de cerro allá y aquí en Caracas excedieron las 5 horas, y durante enero corrimos aquellos ínfames pero inolvidables 50km en el Cortafuego. En ese mes, por primera vez, pasamos más de 50 horas a pie, entre correr y caminar por el monte, aparte de las 3 horas semanales de fortalecimiento que cada quien hizo por su cuenta.



Febrero iba a tener las dos semanas más fuertes. Y comenzamos el mes bien en la primera semana con más de 100km y 15 horas entre montaña y carrera. La segunda semana, en lo personal, me pasó factura. Terminé tomándome un par de días y, bueno, poniendo la torta en el Hebraica (ver entrada pasada), mientras que la dura del equipo, Mayde, confirmaba su buen momento.


En papel, me parece que el entrenamiento fue adecuado. Ahora hay que ver qué resultados da. Independientemente de lo que pasó en Hebraica, me siento preparado para afrontar la Transgrancanaria. Me preocupan un poco las puertas de cierre ya que nosotros no nos caracterizamos por nuestra velocidad, así que tendremos que estar bien pendientes el día de la carrera.

Por los momentos, el plan (que no es más que una recopilación de otros programas de entrenamiento que he leído por ahí y algo de nuestra propia experiencia) queda así:

Semana del 9 al 15 de febrero: Limitar los entrenos entre semana a no más de 1 hora. Correr 21km el sábado y un par de horas de montaña el domingo. Sería bueno tratar de incluir un nocturno corto, pero con la tensión política en la calle durante esta misma semana el asunto se ve difícil.
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Semana del 16 al 22 de febrero: Entrenamientos cortos entre semana pero con algo de ritmo. Despedida del Cortafuego el sábado, a buen paso, pero no más de hora y media, seguido por un trekking corto, pero con algo de sustancia, el domingo temprano para montarnos en el avión ese mismo día en la noche.
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Semana del 23 febrero-carrera: Buscar aclimatarse un poco. Comprar los implementos que falten en Madrid y complementar en Gran Canaria. Correr el miércoles en algún lugar de Canarias y hacer algunas aceleraciones cortas ¡Dormir como piedra, comer como obispo y disfrutar a lo máximo!
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Félix
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Obituario: Ha fallecido digitalmente, por negligencia de mi parte, mi cámara Olympus Stylus 850 SW. Fiel compañera de aventuras, durante su corta vida, resistente al agua y golpes, aunque no a ruedas de vehículos automotores. Q.E.P.D. (Quedó En Pedazos y Destrozada).
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Ya ha sido ordenada su sustituta; esperemos que llegue a tiempo y así poder documentar com medios propios algo de la TransGranCanaria y montarlo en este rincón.

domingo, 8 de febrero de 2009

Carrera de Montaña Hebraica, 24 km

Con esta prueba cerramos el ciclo de entrenamiento fuerte y entramos en el "taper". Es hora de recuperar, asimilar y, de ser posible, librarse de las molestias que hemos ido arrastrando durante la preparación para lo que será nuestro primer ultramaratón, la Transgrancanaria.

En los entrenos que habíamos hecho en la ruta, ya estaba claro que ibamos a hacer un buen tiempo. Y así fue para Mayde. Bajó 24 minutos y quedó cuarta en su durísima categoría.

En mi caso, cometí un gran error y pagué un alto precio.

En los entrenamientos me había percatado de que ya no requería consumir un alto volumen de calorías. Me bastaba con comer algo sólido cada hora y alguna tontería a los treinta minutos de cada hora. Además, me he acostumbrado a tomar un sorbo de cualquier bebida isotónica al minuto diez y al minuto cuarenta de cada hora. Así he entrenado y me ha funcionado. De hecho, salvo por una oportunidad aislada, no me he sentido exagerádamente mal durante los entrenos.

Esta semana comenzó con unos 16km el martes y la sesión de pesas de ese día. Al final de la tarde, tenía mucho dolor en el piramidal derecho. Opté por no correr el miércoles y montarme en el rodillo el jueves, total acababa de correr un 42km el sábado y había hecho un buen recorrido de montaña el domingo. Era más descanso del previsto para esta semana planificada como fuerte, pero ante la posibilidad de una nueva lesión, no me quedó otra.

Llega el fin de semana y optamos por hacer un recorrido corto el sábado, nada excesivo para poder rendir bien en la carrera el domingo. Hora y media en el Cortafuego, sin mucha novedad, transcurrió rápido aunque me sentí un poco pesado.

El domingo teníamos previsto correr juntos, Mayde y yo, y así arrancamos la Carrera Hebraica. En la subida, volví a sentir las piernas pesadas nuevamente, pero lo atribuí a estar frío. Para mantener el paso que llevabamos estaba exigiéndome un poco más de lo que hubiera querido, pero no me preocupaba mucho al inicio de la carrera. El estómago tampoco estaba muy receptivo.


Probé por primera vez con los PowerGel blasts, que son unas gomitas algo duras con mucho menor contenido calórico y electrolítico que las Cliff Shotblocks que usualmente consumimos. Si bien se recomienda evitar probar algo nuevo en carrera, ésta no era nuestro evento principal sino otra carrera de entrenamiento y nuestro objetivo era hacer un fondo de calidad.

No consumí otra cosa hasta la hora y media de carrera. Pasamos el primer punto de cierre con bastante holgura y pronto iniciaríamos la subida más fuerte. Aunque no había variado mucho el paso con respecto a los parciales que tenía previstos, había muchísimas partes que corrí en su totalidad entrenando pero en las que hoy tuve que caminar.

Unos cinco minutos adentrados en la subida, justo después del Puesto de Guardaparques abandonado, le dije a Mayde que siguiera por su cuenta ya que yo estaba bajando el paso poco a poco. Terminé esa subida 5 minutos después de ella, pero todavía dentro de los tiempos que teníamos estipulados. Sabía que la podría alcanzar en la bajada y el resto del recorrido si me aplicaba.

Sin embargo, al pasar el puesto de control, me ofrecieron agua. Me paré y devolví para beber un poco e inmediatamente se me contrayeron un poco los cuadriceps. Seguí, tratando de caminar un poco y trotar suave, pero empecé a toser y toser, como si fuera a vomitar. En efecto, intenté varias veces de vomitar pero no salía nada sólido. Me sentía algo descompensado.




Otro corredor me dijo que estaba pálido y gentilmente se ofreció a escoltarme nuevamente hasta el punto de control. Un poco mareado, le dije que iba a intentar seguir.

Luego de pasar la Piedra del Indio, comenzó un ataque de calambres con una magnitud que no había experimentado desde 2005, cuando todavía estaba descubriendo mi necesidad calórica en carreras. Primero fueron los cuadriceps; cuando me paré e intenté estirarlos se contrayeron los izquiotibiales y así sucesivamente. Me pasaron 8 personas en esos largos minutos en que no lograba avanzar por estar ocupado en el contorsionismo.

Llegué a la bajada hacia Paraíso, El Tanque y, finalmente, Estribo de Duarte. Esta es mi sección favorita de la ruta porque siempre he rendido en los descensos técnicos y hay muchos tramos en los que se puede agarrar un ritmo duro. Dejé de contar las veces que me vi obligado a parar para atender uno o varios calambres. Me comí casi todo lo que llevaba en el morral, aquello que no consumí en su debido momento, y hasta me tomé un Red Bull.

Cesaron los calambres por unos 15 minutos y logré agarrar a tres de los que se me habían ido. En la recta del tanque, nuevamente me vi obligado a caminar y, ocasionalmente, a parar.

En la bajada de Estribo de Duarte, logré descender controlado y a un ritmo decente. Me confié demasiado al tomar una ruta más técnica para tratar de salir de eso lo antes posible y, nuevamente, me dieron calambres sobre los calambres.

Finalmente, este trayecto que tenía previsto hacer en una hora o menos me tomó hora y media.

Terminé en 4:19. En mis cálculos, bastantes realistas y fundamentados en los entrenamientos, tenía previsto terminar entre 3:45 y 3:50.

Me queda la satisfacción de haber visto a mi amigo Jesús Hulett ubicarse de primero en su categoría por tercer año consecutivo. Pero, en especial, saber que Mayde, quien ha hecho todos los entrenamientos igual a mí, está a tono y cierra el ciclo en buen pie.

Por mi parte, tendré que planificar minusciosamente la estrategia de nutrición para la Trans., recuperarme anímicamente de este gran coñazo y aprender que una carrera por el monte, tenga la distancia que tenga, jamás puede ser subestimada.

Resumen:
Distancia 23,13 km, según el Garmin.
Desnivel +2.130/-2.114, según SportsTrack.
Tiempo 4:19:04, por más que duela.

Félix

domingo, 1 de febrero de 2009

Caminata de San Sebastián, 42km

Como estaba pautado por la agencia de turismo, a las 3:00 am del sábado nos presentamos para abordar el autobús. Iba a ser nuestra primera participación en la Caminata de San Sebastián, la cual parte desde el pueblo de El Limón, cerca de Maracay, con destino a Ocumare de la Costa.

Como a eso de las 6:00 am, nos bajamos del autobús. Sabíamos que ésta no era una carrera sino más bien una peregrinación. Nos habían hablado muy bien del evento, así que lo vimos como una oportunidad de correr en un lugar distinto, atravesar el Parque Nacional Henry Pittier a pié, aunque principalmente por asfalto, y practicar un poco de bajada para simular la parte final de nuestro objetivo cercano.



La idea era correr todo el trayecto a un esfuerzo similar al que nos gustaría ir en la Transgrancanaria. Los primeros 11,7 kilómetros fueron de subida constante; ganamos aproximadamente unos 1.000 metros de desnivel positivo en sólo ese trayecto.


Estabamos conscientes de que era un evento para caminantes y peregrinos, así que no nos preocupabamos mucho al no conseguir espacios para adelantar a la gente. Durante la primera hora y pico el tránsito de la gente fue como el del primer kilómetro de la carrera Nike 10k de Caracas.
Finalmente, como en el kilómetro 12, a los pocos metros de comenzar la bajada, se empezó a dispersar un poco el mar de gente.



Venían 23 kilómetros de bajada sobre asfalto. Los puntos de hidratación eran de los más peculiar, pero muy bien abastecidos y atendidos. Comimos desde frutas hasta caramelos y barras de granola. Poco recurrimos a las municiones que cargabamos encima.


Mucha era la gente que llevaba ofrendas o "pagaba promesas" en las capillitas en la vía. La motivación del evento es principalmente religiosa. Aunque la consigna reiteradísimas veces pronunciada a lo largo de la ruta tenía que ver más con la victoria del equipo local de beisból que con alguna cuestión eclesiástica.





Al culminar la bajada, finalmente nos sentimos en lo nuestro. Habíamos llegado al pueblito de La Trilla y comenzaba un trayecto de tierrita y arena. Al final de éste, estaba Ocumare de la Costa, con su tradicional plaza e iglesia y un tremendo bonche, por suerte o por alguna intervención del más allá, libre de reaggetón.

Todo el pueblo y gran parte de sus instalaciones abocadas al evento, había literalmente cientos de fisioterapeutas dando masajes, un salón gigantésco donde el equipo médico y paramédico atendía las emergencias y donde los que apresuramos el paso un poco, podíamos refugiarnos del sol y recuperarnos alguito mientras llegaba el grueso de los caminantes.



(En la plaza con Reyes Aldana y Wilmer Salas)


Cerca de la iglesia, nos tomamos un buen hervido y una que otra cervecita. Compartimos con algunas amistades que también habían optado por hacer el recorrido corriendo. Como nuestro autobús no salía hasta las 5:30 pm y habiamos culminamos el trayecto un poco pasadas las 10:00 am, nos tomamos el resto del día con calma y recorrimos algo del pueblo y sus alrededores.


Ya avanzada la tarde, nos sentamos en la acera frente a la iglesia a ver a la gente pasar. Era doloroso, con una tremenda carga empática, ver a algunos sufrir una enormidad al subir o bajar el pequeño escalón donde estabamos. Me parece admirable que tanta gente, pues participaron unas 8.000 personas de los cuales la mayoría no eran atletas ni tenían interés en serlo, hiciera esto por convicción, tradición o religión.




En fin de cuentas, es un evento altamente recomendable, pero hay que estar bien claro de lo que se trata el asunto. Uno como runner es una muy, pero muy, reducida minoría en este evento y tiene que entenderlo así antes de arrancar. Nosotros, corrimos, hicimos turismo y realmente disfrutamos de un día diferente que superó totalmente nuestras expectativas.

Según el Garmin, el desnivel fue de +1.488/-2.022 metros y la distancia de 40,8 kilómetros.

El domingo, con lo que nos quedó de piernas, regresamos al Ávila para entrenar un poco más con los bastones y demás indumentaria que pensamos usar en Canarias.



Esta semana próxima cerramos el ciclo fuerte de entrenamiento con la Carrera de Montaña Hebraica de 24km y unos 2.000 metros de desnivel positivo. Como seguiremos siendo fieles a nuestro plan de correr largo ambos días del fin de semana, participaremos en el evento sólo como entrenamiento y luego de correr un buen rato el día anterior.


Félix